Mañana es noche buena y pasado, navidad. Y mientras muchos de nosotros -usted y yo- estamos gozando rodeados de familia y amigos, no puedo dejar de pensar en los miles y miles de connacionales que están lejos del hogar, ya en Estados Unidos de mojados o, peor aún, en camino para allá, pasando todo tipo de apreturas y peligros. Las navidades son para pasarlas en familia y tener que abandonarla para buscar un mejor futuro -para sí y para la familia- es, sin duda, muy doloroso. Esta navidad tómese un momento para pensar en todos nuestros migrantes y lo mal que los tratamos desde su tierra, no para que se sienta mal, sino para que hagamos lo que esté en nuestro poder para hacerles la vida un poquito menos difícil. ¿Cómo? Bueno, se me ocurre que primero estemos conscientes de sus dificultades y que presionemos a los legisladores y funcionarios para que hagan lo que tienen que hacer, y más, para darles protección y apoyo. Todos los guatemaltecos merecemos eso, pero con mayor razón ellos que aportan la bicoca de 10 mil millones de dólares a la economía nacional. Solo Dios sabe cómo estaríamos sin ellos.
Me puse a pensar en ellos, nuestros migrantes, porque en estas fechas uno invariablemente piensa y recuerda a los ausentes; esta es otra navidad que paso sin mi papá, a quien extraño muchísimo. Pasé solo 7 navidades con mi mamá, pero con mi papá pasé 42. ¡Vaya si no me hace falta! Así como mi papá, que “emigró” al más allá, los migrantes dejan a sus seres queridos que los extrañan y añoran.
También me vino a la mente el “tema migrante” a raíz de las imágenes que circularon en medios y redes de un nacimiento donde José, María y Jesús -migrantes en su tierra- estaban en jaulas, cual alegoría de cómo retienen a nuestros migrantes en Estados Unidos. Increíble que por compromisos que todavía son desconocidos para los guatemaltecos, el gobierno se haya hecho de la vista gorda con el mal trato que reciben nuestros migrantes; migrantes que tal vez no van buscando refugio por la inseguridad y, en su afán, abusan del derecho de asilo, pero seguro si van buscando un mejor futuro y mejores oportunidades.
Además de comer y beber rico, intercambiar algunos regalos -no muchos porque la magdalena no está para tafetanes- y gozar en familia, siempre he tenido la práctica de aprovechar las fiestas (la navidad, puntualmente) para meditar sobre algún tema que me falte mejorar en mi vida; como se imaginarán, nunca falta tema, y ahora tengo ese tema en mente. Imagino que, como muchos de ustedes, los migrantes son “algo” que está ahí y que de vez en cuando sale a luz el tema, pero si nos ponemos a dimensionar lo que en realidad son, padres, hermanos, amigos, hijas, etc. además de ser el motor de la economía nacional, insisto, es una injusticia que no hagamos más por ellos, como ellos hacen por nosotros.
Esta navidad, pues, lo insto a que piense un momento en ellos y que se proponga desde ahora -los propósitos de año nuevo son para bajar de peso y nunca, nunca se cumplen- pensar y hacer más por ellos; la oportunidad está puesta, ya que el 14 de enero toma posesión un nuevo gobierno que tiene la gran oportunidad de atenderlos, de velar por ellos como es su harta obligación.
Pidamos al nuevo gobierno, al Dr. Giammattei y a su gabinete, que estoy seguro de que tienen las mejores intenciones para el país -contrario a lo que ya los quejosos de siempre han empezado a decir- que trabajen para mejorar los servicios consulares, la atención y protección legal y, por supuesto, la documentación ágil y cercana de nuestros migrantes.
Lo dejo con esa inquietud y, mientras tanto, le deseo una muy feliz navidad!