A lo largo de estos meses de publicar este blog, me he dedicado a analizar eventos de la semana recién pasada y dar mi opinión acerca de ellos; como no soy agencia noticiosa ni reportero a la zaga de la noticia, lo que ofrezco es simplemente mi particular óptica de las cosas. Sin que pretenda ser pretencioso -porque no tengo mucho por qué serlo- creo que la vida me ha dado habilidades que no todos tienen y trato de ponerlas a buen uso. Escribir sobre eventos del pasado reciente es muy cómodo, lo se, uno tiene poco espacio para equivocarse, pero es que además soy firme seguidor de un filósofo poco reconocido: el gran Yogi Berra. El buen Yogi tenía unas frases que encierran una “sabiduría” popular y que, de haber tenido los mercadólogos y agentes de estos tiempos, hubiese hecho papilla al mismísimo Coelho. Una de esas frases atemporales, casi místicas es la de: “yo no hago predicciones, especialmente del futuro”. Teniendo esa frase como mantra, he tratado -para no equivocarme mucho- de diseccionar el pasado desde la comodidad del presente. Muy cómodo, pero nada perspicaz.
Podría escribir sobre los movimientos de personal y despidos que hubo en el MP el viernes recién pasado, pero será hasta hoy lunes al medio día, que la Fiscal General dará una conferencia de prensa para explicar -esperemos- sus decisiones. Sin importar eso, cada uno ya formó su opinión y ya tomó bando. Cualquier opinión al respecto va a enojar a algunos y a congratular a otros y de eso ya tenemos mucho.
También podría hablar del viaje del presidente a Washington, pero de igual manera, no importando lo que se haya discutido o logrado, quienes aborrecen al presidente, por la razón que sea, no verán avancen alguno y solo verán vergonzosas genuflexiones de su parte; de parte del gobierno o de las personas que ven en Morales la esperanza para vencer a las fuerzas del averno y del comunismo global, verán solo luces y maravillas. Esa pugna ya empieza a aburrir y, para serles franco, creo que ya hemos perdido mucho tiempo en narrar esa batalla. Lo que quiero decir es que podemos estarnos perdiendo de lo importante, por ponerle atención a lo presente.
Hoy, me lanzo al vacío de la adivinación y pienso discurrir (hablar babosadas, pues) de lo que nos puede venir en un futuro cercano. Voy a especular, en el sentido etimológico de la palabra para tratar el tema que debiese tener ya nuestra atención: la oferta electoral del próximo año.
Empiezo repitiendo algo que ya he dicho con anterioridad: prohibir o limitar drásticamente el actuar de los partidos políticos y circunscribirlos al corto período electoral es un contrasentido si lo que se quiere son partidos políticos estables e institucionales. Nos quejamos de que a los partidos y a los políticos solo se les ve el cacho cada 4 años, pero prohibimos que salgan, que se muestren, que se pronuncien abiertamente sobre los temas que interesan al país; la estúpidamente antojadiza norma que toma como campaña anticipada la promoción personal de una persona en medios, por ejemplo, aunada a la discrecionalidad que tiene los funcionarios electorales para determinar qué es campaña anticipada y qué no, es un atentado. Mas bien yo creo que debiésemos de exigir a los partidos y a los políticos que se pronuncien todo el tiempo, que estén vigentes en el quehacer político y no solo en el electoral. Eso es, en mi opinión, lo deseable, pero no lo vigente. Por ahora tenemos que conformarnos con que solo a partir de la convocatoria a elecciones que se hará en enero del 2019, los partidos y políticos se pronunciarán y harán sus “ofertas” que serán de lo más variopintas.
Habrá algún candidato que, por ejemplo, diga que lo más importante es la seguridad; eso está bien, pero no creo que sea lo más importante. Habrá alguna candidata -candidato/candidata, así, a modo de resolución de la CC- que diga que lo más importante es la lucha en contra de la corrupción y en eso centrará su campaña. La lucha en contra de la corrupción es importante, claro está, pero un plan de gobierno que debe atender todas las necesidades de los guatemaltecos no puede centrarse solamente en ello, como tampoco solo en seguridad.
Habrá candidatos que ofrezcan grandes proyectos de infraestructura y eso está muy bien también, pero como dijo un candidato -que luego se convirtiese en el primer expresidente extraditado a Estados Unidos- el asfalto no se come. Más y mejores carreteras están bien, pero no es tampoco lo más importante.
Habrá por allí alguna candidata que ofrezca programas sociales -clientelares- para paliar la miseria y el hambre y eso está bien. El Estado de Guatemala históricamente ha desatendido a los que más necesitan de su apoyo; basta ver el diseño de los presupuestos anuales desde siempre y se podrá ver que, salvo alguna excepción, la poca inversión que hacen los gobiernos no está destinada a los lugares del país con los índices más bajos en educación, salud, etc. Digo poca inversión gubernamental, porque el grueso del presupuesto ya está comprometido al pago de deuda, salarios de la burocracia o aportes constitucionales. Ofrecerles bolsas de ayuda a los más necesitados está bien, pero no se puede avanzar como país con base en programas clientelares.
Habrá otros que digan que solo se puede avanzar invirtiendo masivamente en la educación y no dejarán de tener razón, pero de poco sirve tener escuelas y maestros de primera si los niños no pueden ir a estudiar porque tienen que trabajar. Tampoco sirve de mucho si los niños van a la escuela, pero sufren de deficiencias en su desarrollo cerebral por la desnutrición de sus madres cuando estuvieron en la panza y la desnutrición de ellos mismos en sus primeros años de infancia. Así, habrá algunos que dirán que hay que atender la desnutrición crónica infantil como prioridad y eso también está bien, pero no es lo único.
Para ahora creo que ya ha descubierto usted, querido lector, que no hay una sola prioridad y el candidato -o candidata- que ofrezca como prioridad esto o lo otro está haciendo más de lo mismo, está ofreciéndole algo que usted quiere oír. Guatemala tiene enormes rezagos que no se superan fácilmente y no se hace en 4 años. Hay
Muchas prioridades; todas son prioridades, diría yo.
Salud, educación, infraestructura, atención mínima a los más necesitados, seguridad, trabajo, certeza jurídica, todo es necesario. ¿Cómo? Bueno, no es fácil, pero ciertamente pasa por que el Estado tenga mejores ingresos y estos sean adecuadamente invertidos. Nótese que no dije gastados, porque hasta ahora lo que se ha priorizado es verificar la calidad del gasto; si dejamos de llamarle gasto y lo vemos como lo que tiene que ser, inversión, probablemente le pondríamos más atención ¿no creen?
El país tiene que tener más inversiones privadas que creen fuentes de trabajo, pues de esa manera crece la economía y el Estado puede tener mejores ingresos. La inversión pública es también indispensable para activar la economía y crear las condiciones para la inversión privada. Para que pueda haber mejores inversiones en el país, debemos contar con mano de obra calificada, lo que significa que tenemos que ponerle atención a la nutrición, salud y educación de la población y eso requiere de recursos invertidos por parte del Estado. Lo que puede hacer la iniciativa privada en ello coadyuva, pero no satisface la necesidad por si sola.
Así, mi querido lector, espere ofertas y propuestas que irán desde lo fantástico a lo un poco más aterrizado, pero no se deje llevar por fórmulas mágicas; estas son irreales. Atienda y póngales atención a las propuestas integrales y que sobretodo, le digan cómo piensan realizarlas.
Las palabras se las lleva el viento y el papel todo lo aguanta así que proponer esto y lo otro es fácil, pero decir o por lo menos esbozar cómo se piensan llevar a cabo esas propuestas es lo difícil. Mucho se ha hablado -mal- de “la vieja política” versus “la nueva política”, pero a mi francamente no me preocupa si es vieja o nueva, sino si es buena.
Especulando, como dije, me atrevo a decir que lo que quiere la mayoría de los guatemaltecos es trabajo digno para poder proveer por ellos mismos un techo a su familia, llevarles comida y poder pagar educación y salud decentes. Las propuestas que incluyan un elemento de reactivación de la economía a través de crear las condiciones para que existan más y mejores fuentes de trabajo van, en mi opinión, en la línea correcta. No se deje engañar con los políticos que le digan que ellos van a crear fuentes de trabajo porque le mienten. Si lo que proponen es que el Estado cree esos trabajos, salga huyendo porque lo que quieren decir es que pretenden aumentar el tamaño del Estado y eso es gasto, no inversión.
Y sin pretender saber de economía, lo dejo con esta reflexión: gasto es una desembolso que satisface un consumo pasado o una necesidad presente, pero inversión es algo que se eroga para el futuro. Nadie niega que Guatemala tiene pasado, pasado arqueológico, por ejemplo, maravilloso; pasado político no tan glorioso -oprobioso, probablemente- pero tiene pasado. Eso no está en duda ni discusión. Quienes le hablen del pasado y de sus conflictos también son más de lo mismo. Fíjese en quienes le hablen del futuro y tenga en cuenta que, si nos equivocamos, puede que ese futuro nunca llegue. Ahora podemos especular, cuando vayamos a las urnas especular nos saldrá muy caro.