Todos los domingos, cuando se acerca el inicio de la siguiente semana, me pongo a hacer un recuento de lo que hice -y dejé de hacer- en ese período antojadizo de tiempo que llamamos semana. Medir períodos indudablemente ha sido útil a la humanidad en la agricultura, astronomía, la historia y un sin fin de otras disciplinas que han ayudado al grado de civilización que tenemos actualmente. No solo es cuestionable -por antojadizo- la determinación de ese período que, al cumplir cuatro ciclos hace un mes y que, a su vez, doce de ellos hacen un año solar (usted ya sabe). No se si es del todo cierto, pero he escuchado que el calendario azteca es mucho más exacto que el gregoriano; el maya también ha sido alabado por su exactitud y utilidad -sobre todo para la agricultura- así que la adopción del gregoriano para medir en todo el mundo el transcurso del tiempo me parece un prodigio. Sin importar la religión que se profese, y aunque en el país o región se lleve un calendario distinto -para efectos culturales, por ejemplo- en todo el mundo -para efectos comerciales, principalmente- la fecha de hoy es 28 del mes de mayo del año 2018 ¡medido en relación con el nacimiento del redentor de una religión! ¿A que es impresionante? En fin, tema para otras discusiones. Al llegar al final de una semana y ante la perspectiva del inicio de la siguiente, hago ese recuento que les conté que a la vez me sirve para escribir este blog; trato de recordar eventos de la vida política nacional e internacional que quiera resaltar porque me han parecido curiosos, importantes o simplemente porque me han llamado la atención. Así es esto, qué les diré…
La semana recién pasada ocurrió algo que nos debiera estremecer a todos los chapines: la muerte a manos de un agente de ICE (la agencia gringa de inmigración y aduanas) de una joven guatemalteca, migrante originaria de Quetzaltenango. Apenas tenía 20 años -según reportes de prensa- que como cientos o miles de connacionales, sintió que su única oportunidad para sobrevivir era hacer ese inhumano trayecto a través de México hacia los Estados Unidos, con todos los consabidos problemas y enormes peligros que representa -aparte de los gastos- pero eso es mejor a lo que acá se les ofrece.
Según los reportes de medios nacionales e internacionales, fue muerta a causa de “proyectil de arma de fuego” -como les gusta decir a los reporteros- (un balazo, pues) sin que hasta ahora se haya podido comprobar amenaza a la integridad o la vida del agente por parte de nuestra paisana. Confiemos que se hagan las averiguaciones pertinentes y se determine con certeza lo que ya son grandes sospechas: que el agente usó excesiva fuerza -las razones las podemos también sospechar- y por lo tanto debe pagar su crimen. Para todo esto, Claudia Gómez -así he leído que se llamaba- no alcanzó su destino, sus padres y familiares acá, embargados de tristeza, pero también de impotencia, no pueden hacer nada. Imagínese usted si le matan a un hijo o hija y usted no pudiese hacer nada. Na-da. Pues así se estarán sintiendo los papás de Claudia. Lo único que pueden hacer es recurrir al Estado -ese mismo que es la causa de la fatídica migración de Claudia- para ver en qué los ayudan; por lo menos a la repatriación del cuerpo de su hija. Es desgarrador.
No voy a seguir relatando o comentando porque francamente no me creo capaz, o tal vez no me siento digno; ciertamente ya lo han hecho personas más informadas y versadas en el tema que yo. Lo que si sé, es que la culpa ¡ah, cómo nos gusta culpar! no es -por lo menos de esto – del presidente o de este gobierno. Tampoco es de los empresarios, ni de los partidos políticos; tampoco lo es de Codeca o del Cuc; mucho menos lo es del ejército ni de los guerrinches. ¿Será la culpa de Trump? ¿O tal vez de la nueva jefe de Homeland Security, Kristjen Nielsen? Si la culpa fuese algo que se reparte a prorrata probablemente la culpa es de toda la humanidad; por una otra razón, en mayor o menor grado, lo es de toda tragedia humana, así suceda en la frontera norte de México, en el África o a los Rohingyas en Myanmar. Pero la culpa es del culpable, del agente que la mató. Exijámosles a las autoridades de aquel país que procese al culpable y lo castigue, aunque eso no traiga de vuelta a Claudia Gómez. Eso si, por lo menos saciaremos esa sed de venganza a la que ya nos hemos acostumbrado. Nada repara el daño; no lo hace una condena, no lo hace una indemnización, no lo hace nada. Nos queda nomás la cicatriz en el alma y la historia que se contará hasta que se cuente otra, como ya ha pasado y como volverá a pasar. La historia está llena de tragedias humanas; pequeñas, grandes, cercanas o lejanas. Tragedias todas. ¿Y sabe qué? Esta es una de las que usted y yo nos enteramos; ¡cuantas hay de las que ni nos enteramos!
Si usted empezó su semana lamentándose o quejándose, le dejo esta reflexión para que se de cuenta de lo afortunado que es. Produzca, trabaje, juegue, ría, ame. No hay reparación que devuelva a nuestra compatriota, lo que si hay es la oportunidad de vivir la vida que tenemos y hacer algo positivo con ella. Cuesta estar consciente todo el tiempo de lo bien que uno está, lo se -a mi se me olvida todo el tiempo- pero es un esfuerzo que tenemos que hacer por nosotros y por nuestros seres queridos. Espero, querido lector, que esté consiente de lo privilegiado que somos usted y yo, no lo desperdiciemos.
Otro suceso que quiero comentar, mucho menos trágico, pero si lamentable, es el último capítulo de la saga de la familia Bitkov, otros migrantes que, en otras circunstancias mucho más privilegiadas que la difunta Claudia Gómez, también han tenido su dosis de sufrimiento a manos de un déspota, primero, y luego a manos de un sistema judicial perverso -y algunos de sus agentes- quienes les tienen sufriendo eterno suplicio cual Prometeo o Tántalo.
Las razones por las cuales huyeron de Rusia, su venida a Guatemala y la forma en que decidieron ocultarse acá ya han sido objeto de innumerables líneas en medios de todas partes del mundo. Su travesía y sus razones han sido expuestas ya, de manera favorable y también desfavorable. Ese no es el tema hoy. Lo que yo quiero comentar es solamente el último episodio, el ocurrido esta semana recién pasada. Sin embargo, para ello tengo que hacer un recuento del camino hasta acá, así como los “recaps” de las series, esas que uno no puede parar de ver en Netflix. Acá les va:
La Jueza Aifán es titular del Juzgado de Instancia que resolvió enviar a juicio a los Bitkov -entre otros- por el caso denominado Migración. Ya iniciado el debate en el Tribunal de Sentencia -presidido por la inefable Jassmin Barrios- una Sala de Apelaciones, constituida como tribunal de amparo, otorga amparo definitivo en contra de la resolución de Aifán mandando a juicio a los Bitkov. Como es ya su costumbre, la juez Barrios no atiende lo resuelto -se vale decir que se hizo la sueca- imagino yo que justificando que, como el amparo era en contra de la resolución de Aifán, ella no tendría que hacerle caso. ¡Vaya si no! Ella, de ser respetuosa de los fallos de otros tribunales -en ese caso, de un tribunal de aparo- debió suspender el debate en relación con los Bitkov. La jueza Aifán no podía hacer mucho; el proceso ya no estaba en su juzgado, así que ella tampoco hizo nada. No es el primer caso, pero es uno muy ilustrativo de cómo en este país, en este sistema judicial, un tribunal otorga un amparo definitivo y nadie -pero nadie- la hace caso. En fin.
El hecho es que tal como se esperaba, el M.P y Cicig apelan esa sentencia de amparo y conoce la Corte de Constitucionalidad. Contra todo pronóstico y con un “timing” muy pero muy singular, la C.C resuelve confirmar la sentencia venida en grado y ordena a la jueza Aifán emitir una nueva resolución atendiendo lo dispuesto por los tratados internacionales de los cuales Guatemala es parte -y no solo atendiendo al derecho interno- para lo cual debe realizar una audiencia oral. A la juez le valió lo indicado por la C.C. y mediante una resolución -no audiencia oral y fechada erróneamente un día antes- resuelve lo mismo que antes. Es decir, no acata lo resuelto por la C.C.
Ante esto, los abogados de los rusos presentan una debida ejecución del amparo y la Sala resuelve que la juez Aifán debe acatar lo resuelto por el máximo tribunal constitucional y que, de esa cuenta, debe emitir nueva resolución. La jueza Aifán recurre de aclaración pidiéndole a la Sala que le diga como resolver. Por supuesto que la Sala no lo hace pues sería atentar contra la independencia de la jueza. Para este punto, ya estaba bastante confundida la cosa, pues algunos hemos dicho que la jueza no es parte del proceso y por lo tanto no puede presentar memoriales recurriendo resoluciones superiores. Vale la pena aclarar este punto: los litigantes y procesalistas conocedores saben que, en un proceso de jurisdicción común (penal, civil, laboral, etc.) los jueces son -debiesen ser, pues- imparciales ante las pretensiones de las partes. Sin embargo, en el proceso constitucional, no es así; siendo las resoluciones de los jueces las “impugnadas” mediante amparo, se reconoce que la legitimación activa la tienen, por supuesto, las partes que creen violentados sus derechos constitucionales y que solicitan amparo; la legitimación pasiva la tienen los jueces recurridos. Si, pero no. Abogados constitucionalistas consultados me indican que, precisamente por los constantes recursos planteados por algunos jueces, entre otros y principalmente por la mismísima jueza Aifán, la C.C. ya ha sentado jurisprudencia en el sentido que los jueces si pueden presentar, por ejemplo, ocursos de queja -como lo hizo Aifán- pero solamente en cuanto a las sanciones que les sean impuestas, no así en contra del sentido de la resolución -como pretende ahora Aifán- pues lo que les “toca” a los jueces es simplemente acatar las resoluciones superiores. ¿Les quedó claro? Si no, no se preocupen, que a muchos Abogados tampoco. Como en todo asunto litigioso, habrá varias posturas e interpretaciones. Habrá que ver qué y cómo resuelve este entuerto la C.C.
Mientras escribo estas líneas, recibo la noticia que la jueza Aifán accedió “graciosamente” a otorgar medida sustitutiva a Igor Bitkov, no así a su esposa e hija, de esa cuenta desatendiendo nuevamente lo resuelto por la C.C. que indica que los efectos del amparo otorgado a Igor deben hacerse extensivos a su núcleo familiar. ¿Qué es una resolución sacada de la manga? Si, pero no hay más que acatar el fallo tal cual, del máximo tribunal constitucional. Dura lex, sed lex.
También, mientras escribo estas líneas, llegan noticias que la jueza Aifán presentó amparo en contra de lo resuelto por la Sala, constituida en tribunal de amparo; en mi opinión, esto es ni más ni menos que lo que se conoce en el mundillo “tribunalicio”como amparo sobre amparo y, como también es ampliamente conocido, la C.C. ya ha sentado jurisprudencia que no procede tal cosa. ¡Ni John Grisham hubiese podido elucubrar un caso tan complejo como este!
Ahora bien, las violaciones procesales y abusos cometidos contra los Bitkov, una familia de inmigrantes blancos, acaudalados y muy bien conectados alrededor del mundo, son solo algunos de los cuales nos hemos enterado en este proceso denominado “Caso Migración”, pero hay muchos, muchos otros.
Está el caso del “chiclero” que fue acusado por la poderosa dupla MP/Cicig de ser parte de una estructura internacional de tráfico de personas. Si, un chiclero que no sabe leer ni escribir en español fue acusado de pertenecer a ese entramado internacional por haber aceptado guardar un sobre que luego pasarían a recoger -otra persona- y que por la molestia le darían unos lenes. Bueno, más de tres años después, mismos que pasó en el bote -en donde le contagiaron tuberculosis que está en etapa terminal- sus abogados lograron demostrar que no tenía vela en ese entierro. Lamentablemente, como no es blanco, extranjero, acaudalado ni conectado internacionalmente, usted probablemente ni se enteró del abuso cometido en su contra.
¿Y que hay de dos trabajadores de RENAP a quienes les usurparon sus identidades y usuarios para crear documentos ilegales? Entiendo que fueron absueltos, pero para mientras pasaron años detenidos injustificadamente cuando su no participación fue probada simplemente con movimientos migratorios y con suspensión post parto (lo que imposibilitaba su presencia en donde se decía que participaron en los delitos). Violaciones procesales y de derechos fundamentales que deben ser conocidas y sancionados los culpables. Otro caso más de los abusos que pueden cometer operadores de justicia con la aparente intención de hacer justicia. Error o dolo que deben ser castigados severamente.
Ya me he extendido mucho en este tema y lo peor de todo es que falta mucho por ocurrir y tela que cortar. No se ha dicho la última palabra en esta serie de abusos dignos de una serie de esas de Netflix, como mencioné.
Los dejo con la frase atribuida a Abraham Lincoln con la que yo sentencio a los fiscales y jueces que por error o con dolo, han causado tanta desazón a innumerables familias guatemaltecas.
“Se puede engañar a todo el mundo algún tiempo…se puede engañar a algunos todo el tiempo…pero no se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo”
Ya se irá sabiendo todo…
4 Comments
en mi no importante opinion pienso que si alguien consigue documentos falsos y paga por esos comete un delito
Ok. Respeto su opinión, sin embargo le sugiero que lea la Convención de Palermo (y su protocolo de aplicación) con convenciones de las que Guatemala es parte y allí dice otra cosa. Podemos tener opiniones, pero lo importante es lo que dice la Ley. Saludos.
Me reí mucho y aprendí con tu post. Gracias por escribir tan claras frases para mi entendimiento…. saludos
Gracias por informaciones que no nos llegan a Estados Unidos. Que pena que la inmigración en Guatemala sea tan difícjl y qué justicia! Talvez si nos infoman del asesino que mató a nuestra compatriota>