Empiezo con una disculpa: desde hace algunas semanas, este blog no llegaba a los suscriptores vía correo electrónico como debiese ser. Hubo un problema técnico y por esa razón solamente llegaba este blog vía mi cuenta de Twitter @TheRealAlpawa o en mi página de Facebook (están invitados a seguirme en ambas). Habiendo sido corregido el error espero que regrese a la normalidad la distribución por correo y me puedan leer como antes. De nuevo, me disculpo con ustedes por la dificultad. Entrando en materia, trataré de hacer este blog conciso, pero sustancioso.
Por estos días uno escucha o hace la pregunta ¿por quién vas a votar? Si bien es una pregunta normal en el momento en el cual nos encontramos, no siempre viene acompañada de su compañera indispensable: ¿por qué? Con los ánimos como están, tampoco es que todos quieran responder la pregunta; algunos piensan votar por tal o cual candidata o candidato, pero les da vergüenza reconocerlo o simplemente saben que su respuesta generará conflicto y prefieren evadirla o responderla falsamente. Aunque eso no está bien -nadie debiese sentir vergüenza de su elección- creo que es algo que ha venido sucediendo desde hace bastantes elecciones.
Para evitar “falsos positivos” o abiertos engaños, propongo la pregunta que debemos hacernos unos a otros: ¿qué buscas en un candidato para votarle? Con ello, se puede responder impersonalmente y además se obtiene respuesta a lo que realmente le importa a cada uno; más allá de “quién”, a uno debiese importarle el “qué y el cómo”. De esa cuenta, cada uno responderá según sus preferencias y estas pueden ser de lo más variado. A algunos le importará que el candidato -incluye a las mujeres candidatas- tenga una trayectoria de generación de empleo. Esto probablemente porque quien responde, busca empleo y quiere un mandatario que sepa generar empleo; puede ser también, la preferencia de un empresario que sabe bien lo que cuesta crear y mantener un empleo en una economía como esta.
Habrá otros que busquen en el candidato preparación y conocimiento. De acuerdo con las personas con esta preferencia, la práctica no es tan importante -sobre todo si esa práctica se ha dado en el entorno de la política chapina, que ya todos sabemos cómo ha sido- y, por el contrario, prefieren academia. Nada malo en ello, creo yo, pues ciertamente de nada sirve tener amplia experiencia práctica si es práctica corrupta.
Así, habrá también quienes prefieran al candidato que les prometa el oro y el moro y que dichas promesas vayan acompañadas de una lámina u otro regalo en los mítines. No se me mal entienda, no juzgo a quienes escogen de esa manera; sus necesidades evidentemente son tales que confían en quienes les hacen esos regalos clientelistas. La necesidad tiene cara de chucho, dice el refrán popular.
También, por supuesto y por qué no, hay quienes votan por el o la candidata porque son sus amigos o parientes. Es una conducta humana que no es, por si misma, criticable. Claro está que, al llegar el conocido al poder, otorgue una prebenda o un privilegio al que le votó es ya una distorsión de la intención y por lo tanto, criticable. Aun así, muchos guatemaltecos votan con esa consideración en mente. Es simplemente una realidad.
Llámenme un romántico -o un bobo, si quiere- pero a mi me gusta escuchar discursos y ver la forma en que se desenvuelven en una tarima los candidatos, por eso es por lo que este proceso electoral, para mí, ha sido hasta ahora insulso e improductivo. No he podido ver a los candidatos desenvolverse y pronunciar discursos que, aunque puedan estar plagados de falsas promesas, dibujan a quien las emite. Porque no solo por las verdades se conoce a la gente, sino también por sus mentiras y por lo que no quiere que veamos de ellos. Claro está, que palabrería electorera por si sola no me convence; confieso que a mi me gusta saber “qué pata puso ese huevo”. Conocer el origen -no confundir con extracción social- de un candidato es importante para mí, porque en esta sociedad chapina, hay una buena probabilidad que exista alguna forma de conocer si ese origen, su pasado, corresponde a su presente. Dicho de otra forma, si lo que tiene es propio, es heredado o si es hurtado -de nuevo, no confundir con bienes materiales únicamente- pues aparte de que se han visto candidatos pavonearse con lujos y excesos sin desparpajo, en más de alguna ocasión también se ha visto candidatos blandir títulos académicos y trabajos literarios que no les corresponden. Tener la posibilidad de hacerle una “trazabilidad” a un candidato no es algo que la gran mayoría de votantes pueda hacer, reconozco que es un privilegio, pero si consigo hacerlo, puedo transmitir lo que pienso de él o de ella y así utilizar mi privilegio para el bien de muchos.
Luego de escuchar las promesas electorales, me gusta hurgar un poco en el cómo. No basta decir que se piensa hacer algo, hay de decir cómo se hará. En ese sentido, la gran mayoría de los candidatos se queda corto; algunos porque francamente no saben cómo y otros porque saben que la vía para lograr lo prometido es sacrificando algo que a otro potencial grupo de electores le pueda molestar (más impuestos, recorte de otros programas, etc.) y por lo tanto no es conveniente decirlo en campaña.
Al final de cuentas, cada uno tiene un set de preferencias y de características que busca en un candidato, un partido o un equipo. Creo que es importante que independientemente de cuáles sean esas preferencias, lo importante es tenerlas y aplicarlas para decidir el voto. En la medida que eso ocurra, cada vez menos se colarán a los puestos de elección popular personas que llegan ahí de chiripa o simplemente porque no había alguien mejor.
Lea, escuche, vea, siga redes sociales e infórmese. Exija a los candidatos que se comprometan y aun cuando lo hagan, sopese si lo que le están diciendo es posible.
Ahora bien, reconozco que descarto de entrada y casi aborrezco a esos candidatos que, en lugar de prometer y comprometerse, se limitan a emitir frases trilladas o simplemente a atacar a sus contrincantes o a los funcionarios de turno. Pretender bancar su elección en la descalificación es mezquino y estúpido. Esos candidatos no son merecedores de ser votados, sino botados. Esté atento y seguro verá en los mítines o spots de esos candidatos, por ahí escondido, un perol con atol; seguramente se lo quieren dar con el dedo. Por qué vía, eso ya depende qué tan pendejo sea el votante.