USTED, TIENE QUE EMPUTARSE

¿De qué escribir? ¿Por qué escribir? sería una pregunta más honesta?  Estamos inmersos en un marasmo político -el que no ayuda a disipar las normas electorales vigentes- que llegaremos al día de las votaciones (porque elecciones realmente, no serán) sin estar convencidos de por quién y, sobre todo, por qué votar. Para quienes nos dedicamos a esto del “análisis” y de la opinión políticas por afición o por oficio -y que por ello estamos más informados- estamos en gallo de lo que proponen los candidatos y de lo que representan.  Algo se ha visto de algunos partidos que han compartido su “plan de gobierno” en línea, pero el acceso a esos documentos es despreciable, por cuanto muy poca gente lo lee.  Las grandes mayorías no tienen ni puta idea de qué es quién, qué pretende hacer, por qué y mucho menos cómo.   Estas votaciones son de tragedia.  Debates no ha habido y no habrá, porque quienes los organizaban han mutado desde hace algunos años al formato de “foro” que no permite la confrontación de ideas, sino solo un escaparate para que los candidatos -no todos eh, solo los que los organizadores escojan- presenten en muy pocos minutos lo que dicen que piensan que creen poder hacer en 4 años.  ¡Ridículo! como diría un excandidato.

A estas alturas, ya me tiene emputado el proceso electoral, por las anteriores y por muchas otras razones. ¿Cómo es posible que la Corte de Constitucionalidad tenga todavía pendiente resolver dos acciones acerca de candidaturas de las más sonadas y posiblemente votadas candidatas?  Recién resolvió -un añito después, nada más- una acción de inconstitucionalidad planteada por la Cámara de Medios de Comunicación que impugnó las arbitrarias y a todas luces inconstitucionales normas acerca de la pauta política.  Algunos dicen que se pensaron -las nuevas normas de pauta- con la idea de restringir el apoyo que se presume siempre dio Ángel González en detrimento de la buena lid electoral.  Bueno, si es así -muchos así lo afirman- es una idiotez del tamaño de la catedral, pues una norma -una norma de rango constitucional, sobre todo- debe ser impersonal y de carácter general.  Si se tuvo a una persona o a su grupo de empresas en mente al hacerla, se falló desde el comienzo.  ¡Patético!

La escasez de oferta política seria, más allá de un eslogan o -peor aún- una etiqueta (hastag), es inaudito.  Por supuesto que queremos y se necesita con urgencia que el pisto alcance, necesitamos más y mejores empleos, reglas claras, respeto a la propiedad privada, poner al ser humano de primero, combatir la corrupción, y un largo etcétera de frasecitas pensadas para colocarse en el “top of mind” del posible votante, pero no se dice la parte más importante: ¡CÓMO!

Nadie nunca en ningún lugar del mundo ha dicho que el sistema democrático para la elección de representantes sea perfecto, pero por lo menos se espera que, sin importar que los electores puedan digerir un voluminoso plan de gobierno, los candidatos lo pongan a disponibilidad de los electores; el asunto es que acá ni siquiera nos lo cuentan.  ¡Descarados!

Los problemas del país persisten, más allá de que este o aquel gobierno hayan hecho algo para tratar de solucionarlos; reducir y eliminar la desnutrición infantil es prioridad, al igual que la crisis alimentaria en términos generales.  La falta de salud y educación hacen que los guatemaltecos seamos un pueblo enfermizo e iletrado -ya no digamos inculto- más allá de las cifras oficiales de alfabetización. La violencia y criminalidad -que no tiene género, como algun@s, algunes o algunxs dicen- está fuera de control, más allá de las cifras oficiales de reducción de asesinatos.  La lucha en contra de la corrupción que, para efectos prácticos empezó en 2015, se desvió; la credibilidad de la Cicig ha disminuido, más allá del porcentaje de aceptación que todavía tiene.  Poco a poco saldrán a luz las tácticas tipo Stasi -por demás ilegales- que en algunos casos se utilizaron para “sustentar” acusaciones que tarde o temprano se caerán bajo revisión judicial.  Con ello, será cierto lo que afirman los pro Cicig de que habrán ganado los corruptos, solo que no gracias al restablecimiento del ancien régime sino precisamente gracias a la corrupción de la llamada “lucha en contra de la corrupción”.  La confianza de los ciudadanos caerá aún más y los esfuerzos genuinos por luchar contra la impunidad serán vistos como pantallas, todo gracias a que, por razones inconfesables, los que alguna vez lucharon contra la corrupción perdieron el rumbo. 

Las redes sociales son un vivo ejemplo que lo que nos ocurre; confrontación, sectarismo, radicalización e intransigencia. Parecemos no estar dispuestos a sentarnos a hablar, dejar por un lado nuestras diferencias y pensar en un futuro común.  Aquí no hay quien viva, como se llama la serie de TV española, con la diferencia que acá no es comedia, sino tragedia.

Debemos exigir más compromiso -si alguno- a nuestros candidatos; digo nuestros porque, aunque no lo confesemos, habrá más de alguno que a estas alturas nos empiece a llamar la atención. Exijámosles que nos digan qué piensan hacer, pero sobre todo cómo. 

Yo no sé cómo cada quién pueda o quiera hacerlo, pero lo que si se es que el primer paso es emputarse. 

El título y la narrativa de este artículo me surgen luego de ver nuevamente la famosísima escena de la película Network en donde el actor William Holden interpreta a Howard Beale, un conductor de TV que luego de enterarse que lo despedirán, decide denunciar, en vivo, a la sociedad en general.  No se las sigo contando por si la quieren ver.

El asunto es que, en esta escena, Beale, borracho y medio loco, les dice a sus televidentes que hay que emputarse y gritar “Estoy como la gran puta y ya no voy a soportar esto”.  Hagan click en el video abajo para ver el clip.

Por supuesto, Network es, sobre todo, una crítica hacia los medios de comunicación que por subir ratings o empujar su propia agenda están dispuestos a hacer cosas asquerosas.

Tanto la crítica hacia la sociedad, como la crítica hacia los medios de comunicación de esa película se me hacen perfectamente aplicables a nuestra realidad. 

Parafraseando a Beale, yo no sé cómo usted puede ayudar a cambiar el desastre que tenemos, pareciese que ir a votar por su candidato no va a cambiar mucho, pero lo que sí sé, es que primero usted se tiene que emputar, se tiene que emputar y salir a la calle a gritar “Estoy como la gran puta y ya no voy a soportar esto.  Soy un ser humano, por Dios; mi vida tiene valor” ¡Empútese, así como yo ya estoy emputado!  Antes de que los políticos reciban nuestro voto, que reciban nuestro cansancio, nuestra desesperanza, nuestra furia, ¡carajo!

 

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