Luego de más de un mes de no escribir, retomo esta práctica por una razón mucho más importante que la política, el acontecer nacional e internacional, o cualquier tema de actualidad. Ayer, 28 de julio se cumplió otro año -ya dos- de la muerte de mi querido padre. Me hace tanta falta como al día siguiente de su muerte. Si ahora lloro menos será solo porque el dolor se ha convertido en añoranza; me hace mucha falta mi viejito.
Para los que lo conocieron personalmente, su ausencia es patente; para los que lo conocieron solamente a través de sus escritos, su ausencia -sobre todo en momentos como los que pasamos- es irreparable. Críticos y admiradores por igual, reconocían que él dijo siempre las cosas como quiso y de quien quiso. Los badulaques que lo denostaban no le llegarán -porque esa es una característica de la “badulaquez”- ni a sus talones. Pocas veces le importó lo que decían de él, pero siempre se divertía mucho al ver que quienes le criticaban -aunque hubiese sido con alguna razón válida- eran simples badulaques. Esa palabra: badulaque, la utilizó mi papá siempre recordando a quien se la oyó decir muchas veces, al expresidente mexicano, su amigo, José López Portillo. Antes y después de López Portillo, fue amigo de varios otros expresidentes y políticos mexicanos; ahora que estoy viendo la serie de Netflix “Historia de un crimen: Colosio”, reconozco a muchos de los poderosos personajes como amigos de mi papá y a algunos incluso como sus buenos amigos. Más allá de lo que pudieron haber hecho bien o mal en su haber político, todos son grandes personajes de la historia política, artística, social e intelectual mexicana.
Así como la mexicana, la historia guatemalteca tiene muchos personajes de todos los ámbitos que fueron sus amigos, algunos más, otros menos. Siempre lamentaremos familiares, amigos y enemigos de él, que nunca se haya animado a dejar sus memorias en un libro; él siempre decía que no era escritor, sino periodista y que sus memorias estaban en las notas que escribió, narró y presentó en muchos medios escritos nacionales e internacionales, en radio y televisión guatemalteca y mexicana. Algún día -pronto, espero- haré un esfuerzo para recopilar algunos de esos recuentos.
Como la canción, con dinero y sin dinero -muchas veces- hizo siempre lo que quiso. Como él siempre dijo: sus amigos eran su más apreciado tesoro y gracias a algunos de ellos es que pudo tener acceso a realidades que no hubiera alcanzado de otro modo. Amigo de Miguel Ángel Asturias, de Atahualpa Yupanqui, de André Malraux. Compadre de Salvador Roquet y de Mario Moreno Reyes “Cantinflas”. Dicípulo de María Sabina; compañero de experiencias sicodélicas de Aldous Huxley y Carlos Castaneda. Alero de Porfirio Rubirosa; vecino -brevemente- de Dalí, mi papá vivió una vida increíble; tan increíble que los badulaques que lo criticaron y envidiaron, siempre las descartaban como fantasiosas. Esa es otra característica de la “badulaquez”, el despreciar -por envidia- cualquier realidad más grande que su propia pequeñez.
Amigos por montones, pero más afuera que en su tierra, hecho que ayer me fue triste y gratamente recordado, a la vez, al recibir bellos y cariñosos mensajes de sus amigos de fuera; varios de México, otros de Argentina, desde España, un par de Estados Unidos, pero ninguno de sus amigos de Guatemala me contactó para recordar a mi viejito. Así somos los chapines, tristemente.
En un día como hoy, 29 de julio, solo que, de 2017, lo cremamos en una pequeña ceremonia entre familiares y amigos. Entre los familiares y amigos que no asistieron, hubo algunos que por motivos de enfermedad o de la distancia no pudieron llegar y eso es perfectamente entendible, pero hubo otros que por su condición de badulaques simplemente no quisieron llegar a presentar sus respetos; ellos saben quienes son. Porque, eh allí, otra de las características del badulaque, la mezquindad.
Ayer hace un año y a un año justo de su muerte, en una ceremonia todavía más íntima con amigos y familiares, tal como fue siempre su deseo, fuimos a esparcir sus cenizas al océano y desde entonces no solo su energía, sino también su materia son parte nuevamente de toda la creación. Para alegría de sus seres queridos y amigos, siempre estará con nosotros en las partículas de aire y del agua… y para coraje de sus badulaques detractores, ¡también!
Me hace mucha falta. Lo extraño mucho hoy como el primer día, pero me alegro y elevo mi copa para celebrar su vida que fue, como sabemos quienes lo conocimos y quisimos: ¡extraordinaria!
Te amo papi.