En este mundo de posverdad, en esta civilización del espectáculo, en la época de las redes sociales, las series de televisión pareciesen la nueva literatura. Digo esto sabiendo, por supuesto, que se produce también muy buena literatura, pero la difusión de la TV es mucho mayor. Si, es el fin de los tiempos.
Un personaje de televisión, el doctor Gregory House (Dr. House) pareciese salido de la mente de Mark Twain, en esteroides, claro está; es famoso -el Dr. House- por sus capacidades deductivas y diagnosticar los males más difíciles y siempre es parcial a preferir una enfermedad o un mal para explicar los síntomas que otros colegas o sus asistentes achacarían a varias juntas; casi siempre tiene la razón.
Es muy entretenido ver cómo él consigue usar todos los síntomas del paciente para armar el rompecabezas de la enfermedad que le permitirá, al fin de cuentas, administrar el tratamiento correcto. Durante los episodios, eso sí, se equivoca en más de una ocasión, provocando a veces reacciones adversas que lo llevan a él y su equipo a correr para revertir los posibles daños y aplicar el protocolo adecuado.
Viendo lo ocurrido luego de las elecciones generales y la debacle en la que estamos metidos por culpa de alguien, de algunos o de todos, no pude sino pensar en paralelismos con la serie, con el paciente medio moribundo al descubrir cada día síntomas nuevos y correr para aplicar una medicina que no estamos seguros vaya a ser la correcta.
Imaginándonos en un episodio de la serie, le presento el curioso caso de un resultado electoral que resulta que no es el resultado. Luego del primer examen en la emergencia, se descubre un síntoma: las actas reflejan un dato que no casa con lo digitalizado -o digitado- en el sistema. Inmediatamente, algunos corren a diagnosticar fraude (una enfermedad electoral terminal) y para ello se receta extirpar a los magistrados del TSE. Justo antes de la operación -como a veces pasa en la serie- se descubre un nuevo síntoma que hace que el diagnóstico inicial deje de tener plena vigencia. No significa que no sea parte del problema, pero una amputación de magistrados no resuelve el problema; ahora resulta que un “error” fue el causante de la discrepancia.
Con este dato, ahora se receta algo distinto: volver a hacer el traslado de las actas al sistema, eso si, con mayor cuidado esta vez, pero ojo, que surge un síntoma nuevo: el Director de Informática del TSE reconoce que hubo un error ¡ups! de programación y que no se previó un numero mayor de 20 partidos. Con este nuevo síntoma, sería ridículo simplemente trasladar nuevamente los datos de actas al sistema, porque sería usando el mismo “software” con error. Enfermo, pues.
Como si fuera un equipo forense, el equipo del Dr. House busca en la vida cotidiana del paciente algunas pistas para dar con el elusivo mal. Se habla con familiares y amigos y se va a la casa del paciente para buscar indicios de una fuente de contaminación, por ejemplo.
En el caso de nuestro comatoso paciente electoral, luego de hacer esa investigación forense, descubrimos que los magistrados del TSE han hecho cosas en el pasado que seguro son otros síntomas para tomar en cuenta: la emisión de un acuerdo limitando la posibilidad que periodistas entrevistaran a candidatos y que, de hacerlo, las preguntas debiesen ser calificadas por ellos previamente. Al conocer este síntoma, uno pensaría rápidamente en demencia como la causa de la enfermedad, ¿no le parece? Bueno, gracias a la intervención oportuna de la ciudadanía, dieron marcha atrás, pero sin divulgar cómo fue que se les ocurrió ese desventurado reglamento ni quién lo redactó. Una magistrada se negó rotundamente a revelar la fuente, como sucedería con una enfermedad venérea y el paciente tiene vergüenza de reconocer que se metió con prostitutas y no usó preservativo. Curiosamente la sífilis, en sus etapas terminales, puede causar demencia.
Ese resulta que no es el único episodio, pues tan solo días antes a la elección, los magistrados emitieron otro acuerdo en el que prohíben el uso de celulares a los fiscales de partidos y miembros de mesas; independientemente que puedan o no tener autoridad para emitirlo y que hacerlo viola -nuevamente- derechos constitucionales, a la luz de lo sucedido con el pésimo conteo y transmisión de datos al sistema electrónico, pareciese que aquello de las relaciones con prostitutas no fue una única vez, sino es algo continuado. Como si se tratase de un deja vú, se deja sin efecto el acuerdo, pero no despeja las sospechas.
Por ahora el mejor protocolo sigue siendo el “arreglar” el software y trasladar los datos de actas al sistema nuevamente.
Ah, pero la cosa no queda ahí; el buen Dr. House descubre que el TSE gasta de manera innecesaria cientos de miles de quetzales en 8 habitaciones “presidenciales” para todo el fin de semana del evento electoral, con servicio de primer nivel, exquisitas viandas y bebidas a la carta, para los magistrados titulares ¿y suplentes? La explicación dada es que era necesario para que los magistrados estuviesen cerca del centro de cómputo las 24 horas en caso de cualquier eventualidad. Bueno, eventualidades hubo y no sirvió de nada que estuviesen cerca; eso si, resultó carísimo e innecesario.
Así, tenemos un paciente que muestra muchos síntomas y que necesita un tratamiento adecuado; uno que no sea drástico -e irrelevante- como la renuncia de los magistrados (eso no resolvería nada por si mismo), ni tan leve que ni siquiera haga que el paciente reaccione. Ese es el problema que tiene el médico responsable, y no un simple curandero, médico brujo o vendedor de aceite de serpiente. De esos hay por estos días, montones, recentando de todo para el enfermo.
Al contrario del buen doctor televisivo, yo creo que, como mucho en la vida real, no es culpa de una cosa nada más, sino es el resultado de muchas; estupidez, intereses, corrupción, incapacidad, etc.
El hecho, es que no se trata de una serie de televisión, no estamos tratando con un ser vivo como paciente y no hay una inyección para curarlo; citando al Dr. House: “vivimos bajo la impresión de que podemos arreglar todo lo que no es perfecto”. Resulta que no podemos arreglarlo todo y mucho menos en el tiempo que queremos.
Por ahora habrá que esperar a ver el resultado del proceso que hoy lunes lleve a cabo el TSE; los fiscales de los partidos debieran ser los más interesados, pero todos nosotros, los ciudadanos, tenemos que estar atentos para que, de haber otro error como aquellos de los acuerdos, nos hagamos escuchar. Por lo menos ya vimos que el TSE recula cuando se ve descubierto.
Termino hoy con una frase, no del Dr. House, sino del genial Hunter S. Thompson; por ahí y en ella encontramos el diagnóstico correcto:
“En una sociedad cerrada, donde todos son culpables, el único crimen es que te atrapen. En un mundo de ladrones, el único pecado fatal es la estupidez.