“No por mucho madrugar, amanece más temprano”, es uno de los dichos populares que más me gusta por su sencillez y sabiduría. Otro parecido es “despacio se llega lejos”. Este último titula mi blog de hoy; espero que al terminar de leerme sepa por qué.
Hoy, lunes 13 de mayo, la Corte de Constitucionalidad conocerá -no significa que hoy se emita el fallo, que conste- la apelación de amparo definitivo que por el momento habilita a Zury Ríos a participar como candidata presidencial. Mucha tinta y saliva se han gastado en emitir opiniones a favor y en contra de su candidatura, unas imparciales y otras subjetivas; pero en lo que casi todos coinciden es que la supuesta prohibición constitucional es injusta. Así, si la CC -sin importar si el fallo es dividido o unánime- resuelve hoy que Zury Ríos tiene impedimento constitucional, estará emitiendo un fallo legal, pero injusto. Si a los chapines nos sigue viniendo del norte -o peor aun, nos parece maravilloso- que la más alta corte en materia constitucional emita fallos injustos, nos merecemos todo lo malo que nos pueda venir. Abogados y analistas de distintas tendencias de pensamiento hemos dicho hasta la saciedad que la cosa -la realidad- empezará a cambiar cuando nos impongamos de que la Ley no es lo mismo que Derecho y mucho menos igual que Justicia.
Si por el contrario, habilitan la participación de la candidata, tendremos un fallo que se aparta de la norma constitucional positiva, pero que imparte justicia. Otros 100 pesos es que a usted o a mi nos pueda parecer buena o nefasta su propuesta política, pero para eso están las elecciones, para decidir democráticamente si a usted y a mi nos parece o no. En fin, sobre este tema ya habremos de hablar y discutir por meses y probablemente por años en foros y debates algo que se debió discutir en el día de las elecciones.
El miércoles 15 -según comunicado de la CC- conocerá también la apelación de amparo provisional que hasta ahora -y por el contrario de Ríos- impide la candidatura de Thelma Aldana. Hay que reconocer que, guste o no, el otorgamiento del amparo provisional es algo mucho más fácil que el definitivo y que, de esa cuenta, es probable que la CC se lo otorgue a Aldana.
Si una corre y la otra no, o si las dos lo hacen y los escenarios que eso pinta ya son trillados. Si la inhabilitación de las candidatas habilita -por eliminación- a otros candidatos ya será cuestión de los votantes hacer sentir, valga la redundancia, su sentir.
Como dije al inicio, sobre este tema ya se ha discurrido bastante; de lo que no se ha hablado mucho o casi nada es del efecto que eso vaya a tener en el país, indistintamente de quien llegue a alcanzar la presidencia. ¿En verdad cree usted que de llegar a la presidencia su candidato o candidata, Guatemala va a cambiar? ¿En serio cree que una persona -con todo y su “equipo”- va a cambiar décadas de resabios en 4 años? Si piensa así, usted lo que hará el domingo 16 de junio es jugar lotería, con la diferencia de que por lo menos en la lotería, si le “pega al gordo”, su vida si cambiaría; por el contrario, en caso de ganar su candidato, su vida va a seguir siendo la misma.
En redes sociales se ve cómo una parvada de millenials despotrica -algunas veces acertadamente- en contra de esto y de lo otro, pero trasciende muy poco. Un avezado político me hizo reflexionar recientemente que las “masivas” manifestaciones del 2015 no fueron más que una manipulación gatopardista y no genuinas gestas cívicas. Me decía, que en las demostraciones -en sábado- todo mundo subía sus fotos a las redes, todos para demostrar que demostraban, porque lo principal era eso, que se supiera que fueron; en un segundo plano quedaba lo importante. Allí, todos comían sus shucos, tomaban una su agüita, compraban banderas y cintas para ponerse en la frente; luego, casi todos se quedaban en el centro y llenaban los restoranes, bares y cantinas famosas del área. Todos muy contentos de estar emputados. Vamos, ¡todo un éxito del capitalismo!
Hoy, habiendo igual u otras tantas razones para manifestar, la protesta se queda en redes sociales. Qué es lo que ha llevado a ese dramático descenso en la emotividad cívica de los chapines es otro tema que debe discutirse y aprender esa lección.
Lamento que me haya leído hoy hasta este momento si esperaba que yo le diese alguna luz, alguna esperanza de que las cosas iban a cambiar de la noche a la mañana; le tengo malas noticias: no es así.
Todos estamos claros que hay muchas cosas que deben cambiar y mejorar en Guatemala, desde temas tan sensibles como la desnutrición crónica infantil, la falta de educación y salud y otros tantos rezagos que nos tienen vergonzosamente en los últimos lugares de indicadores de desarrollo humano, hasta la concentración de poder en algunos grupos y personas que no permiten un genuino y equilibrado debate en el país; el llamado “gran capital” sigue teniendo un malsano poder de decisión en asuntos que no son de su competencia. Cuántas veces no hemos escuchado sus palabras que lo único que quieren los empresarios es que los dejen trabajar y que el Estado -como si ellos fuesen algo ajeno a él- no se meta con ellos. Para tener ese discurso, vaya si no se meten ellos con el “Estado”; teniendo tantas representaciones en juntas directivas estatales, el discurso de separación Estado-sector privado no es congruente.
A los políticos se les ha satanizado como lo peor de lo peor, sin ponernos a pensar que son precisamente los políticos los que deben intermediar entre el pueblo y los poderes fácticos. Si los hacemos leña a ellos, ¿quién va a enfrentárseles a los tenazudos, el pueblo? Si lo que se busca es una revolución armada y sangrienta que sacuda y que cimbre a este país hasta sus conservadores tuétanos, no aprendimos nada de más de 30 años de guerra. Jodidos estamos.
Los cambios trascendentales y perdurables, todos los cambios que se necesitan, no vienen luego de una revolución sino de una evolución. En el último siglo, salvo la cubana y tal vez la china, los cambios que lograron las revoluciones violentas son temporales. Los cambios producto de esfuerzo y de consensos son los que se han logrado en países desarrollados. Mientras exista democracia liberal, los cambios deben pasar por amplios debates nacionales y no por moloteras que casi siempre se salen de control.
No, poco o nada va a cambiar de la noche a la mañana con que su candidato o candidata llegue al poder, pero por eso es por lo que el trabajo, “la lucha”, es constante y no solo labor de uno o dos domingos cada cuatro años.
Yo no le puedo decir por quién votar, pero si puedo decirle por quien no hacerlo: el candidato/a que le diga que en 4 años va a cambiar Guatemala, ese es el malo/a. Entendamos de una buena vez que el trabajo es siempre, constante.
Parafraseando y haciendo un sincretismo entre Antonio Machado y Otto René Castillo -perdón por el atrevimiento- yo les propongo lo siguiente: Compatriotas, no hay Patria, se hace Patria al participar. Participemos ¡yo te acompaño!