LA CHINGADA

“En política, la forma es el fondo”.  Esa frase que posiblemente usted ha escuchado o leído en alguna de sus mutaciones es atribuida al ilustrísimo Abogado, historiador y político -sobre todo político- mexicano, Jesús Reyes Heroles, quien fuera uno de las más importantes y permanentes figuras en la política mexicana en la última mitad del siglo XX. Por supuesto, príista de la más pura cepa y como tal, un político insigne.  Del PRI, sobre todo del de esa época, se puede decir mucho, pero tanto apologistas como críticos reconocen que fue una formidable máquina política que se mantuvo en el poder del país más populoso del hemisferio por más de 70 años. Tarea nada fácil.  Para los que hemos vivido en México y hemos gozado de ese gran país -pero sin sufrir sus avatares, eso si- nos es imposible no admirar, como quien admira el Imperio romano, lo que fue el México priísta. Tuve la oportunidad de conocerlo -a Reyes Heroles- siendo yo un niño; más de una foto tengo con él por allí entre el montonón de fotos.  Por supuesto que no lo recuerdo, era yo muy chico entonces, pero escuchar acerca de él de boca de mi padre era siempre un deleite.  Lo conoció y fue un amigo a quien siempre recordó cariño.  Muy posiblemente, para llegar a donde llegó y mantenerse vigente durante tanto tiempo en ese sistema tuvo que haber sido un poco “hijo de la chingada” -como se dice en México, no necesariamente de manera ofensiva- sino casi casi como acá se le dice a un cuate a quien se le reconoce arte o capacidad: “sos cabrón, vos”.  El, era un cabrón.  Tan cabrón que tendría que haber sido presidente de México de no haber sido por esa -extinta ya- norma en la constitución mexicana que, para ser presidente de la República, no solo se tenía que ser mexicano de nacimiento, sino de padre y madre mexicanos.  Otros importantes políticos mexicanos vieron limitadas sus posibilidades por dicha norma. Otro ejemplo de cómo las constituciones son el reflejo de la sociedad -y sus miedos- en un momento determinado de su historia.

La frase de Reyes Heroles es uno de los más brillantes axiomas políticos que conozco, porque encierra en pocas palabras lo que universidades de todo el mundo cobran buen dinero por enseñar: comunicación política. 

Podría decirse que la idea en sí no es nueva; se le atribuye a Cayo Julio César haber dicho que “la mujer del César no solo debe ser honrada, sino también aparentarlo” lo que se ha interpretado en tiempos modernos -y aplicado a la política- que no solo se deben hacer bien las cosas, sino saber comunicarlas correctamente. 

Así, en política -el arte, no la ciencia- hay que ser como Reyes Heroles: cabrón.  No basta con -creer- que se hacen las cosas bien, sino que se deben transmitir correcta y oportunamente.

Luego de la erupción del volcán de Fuego, que provocó la muerte de más de un centenar de personas, la desaparición de otros centenares y que afectó a cientos de miles (además de la pérdida de sus viviendas, su modo de vida, cosechas, etc.) el debate político tristemente se ha desviado cada vez más hacia la deducción de responsabilidad -por incapacidad o negligencia- de funcionarios y empleados públicos.  No se me mal interprete, yo si creo que pudo haber negligencia de personas y en instituciones mandadas a prevenir, atender y reducir los efectos de un desastre natural como ese.  Pero hay un tiempo para todo, ahora es tiempo de atender -si bien tarde- a los afectados y de continuar con la búsqueda de los fallecidos; de levantar los escombros y habilitar las vías de acceso para poder empezar con la reconstrucción en la medida de lo posible.  Tiempo para deducir responsabilidades habrá de sobra, tanto a nivel político como judicial (¡la responsabilidad de un funcionario le persigue durante 20 años!) así que, ante la indignación que ha producido la falta de alerta y respuesta oportuna de algunas autoridades, por ahora, vale más la pena volcar ese sentimiento en atender a los afectados.  Debemos eso si, tener memoria y a pesar del mundial de futbol que empieza esta semana, no levantar el dedo del renglón y una vez salvada la emergencia y sus efectos, entonces sí levantarlo para acusar.  Se acusa -probablemente con razón- a las autoridades de no darse abasto, de desatender sus obligaciones y, en plena emergencia, ¿se les cita a comisiones y bancadas del Congreso? ¡Por favor! 

La cronología ya es conocida; a eso de las 6 a.m. el INSIVUMEH emite un reporte en el que da cuenta de la posibilidad de flujos piro clásticos.  No había recomendación -mucho menos instrucción- de evacuación.  No lo hubo por una sencilla y atendible razón: no les compete.  A quien si le compete es a CONRED que, con base en la información científica proveída por la anterior institución, debe evaluar si es aconsejable la evacuación. A esa hora no lo hizo y cuando finalmente giró la orden de evacuación, ya fue muy tarde.  En mi opinión, hubo negligencia, pero no me compete a mi decidirlo, sino a un tribunal.  Ya habrá tiempo para ello, no se preocupen.  Por ahora, es francamente estúpido pedir que renuncien, como si removerlos del cargo -y su responsabilidad- fuese a resolver algo. De ser removidos, quien acepte el cargo en estas circunstancias sería un insensato, además que no podría hacer las cosas mucho mejor. 

Que si la SAT o que si Cancillería tenían -o podían- darle ingreso a la ayuda internacional también se ha hablado y escrito hasta la saciedad y a pesar de que se han dado las explicaciones con fundamento en protocolos y en normativa aplicable, a nadie convencen pues la credibilidad de las instituciones está por los suelos. ¿Se acuerdan de que la mujer del César no solo debe ser honesta?  La información de parte de las autoridades (¡todas!) respecto a la evacuación, atención, operación de rescate, ayuda internacional, etc. no fue oportuna ni clara. ¿Se recuerdan de que, en política la forma es el fondo?  Tampoco se me malinterprete acá, no pretendo decir que se deba tratar como un tema político, entendido como partidista o electoral -como algunos si han hecho- sino político porque todo lo que tiene que ver con el que hacer público, con la res pública es político, entendido como el arte o traza con que se conduce un asunto o se emplean los medios para alcanzar un fin.

En resumidas cuentas, Jimmy y su combo no han sido como Reyes Heroles.  Este episodio es solo el último en una larga y oprobiosa lista de faux pasde comunicación.  Llámenme ingenuo, pero yo me resisto a creer que Jimmy o su consejo de ministros tengan malas intenciones; me resisto a creer que exista dolo en su actuar.  Eso si, culpa de sobra (entendiendo culpa como imprudencia, impericia o negligencia). 

Reflexionando acerca de los gobiernos de la era democrática más reciente, a partir del 85, las mediciones no mienten: los políticos más apreciados, a pesar de sus críticos y del desgaste que trae el ejercicio del poder, han sido los políticos más cabrones.  Para mí es un enigma cómo un presidente como Portillo pueda estar a la cabeza de la “intención de voto” de permitirse la reelección.  Arzú (QEPD) es el siguiente y cuando se le pregunta a la gente, poco les falta decir que lo admiran “por cabrón” (aunque huevudo también es una respuesta recurrente).  Jamás votarían por Serrano, no les apetece Berger, Vinicio tiene “followers” solo porque la mayoría de los votantes no vivió esa época, con lo que quedan De León y Colom.  El primero (también QEPD) pasó a la historia con el mote que esta sociedad le puso: huevos tibios.  Su apodo lo dice todo y su “intención de voto” lapidaria.  Por otro lado, Colom, un buen hombre, pero mandilón, es el típico ni fu ni fa.   En las mediciones arcaicas y sin mayor rigor que he hecho, es el último en ser recordado. Es más -abominablemente- recordada su ex esposa que él.  Triste. Sin embargo, no se le señala como corrupto, pero tampoco como “cabrón”.

Jimmy será recordado -marquen mis palabras- como el que fue electo para que no llegaran Sandra Torres o Manuel Baldizón, pero que finalmente defraudó.  Les tengo una noticia: él no defraudó a nadie, así era él.  Sorpresa hubiese sido que resultase un “cabrón”, pero nel pastel. 

En mi experiencia -que ya no es tan poca como me gustaría- Jimmy -para nada- será recordado como cabrón, es más, podrá ser recordado como con quien “nos llevó la chingada” (otra frase mexicana).

Al final, recordamos -bien- y queremos en esa tan particular forma de “querer” a nuestros gobernantes, por qué tan cabrones o qué tan hijos de la chingada fueron.  Quitando de la ecuación a los que se han beneficiado ($$$) con este gobierno -y probablemente con todos- ¿qué tanto “quiere” usted a este gobierno? ¿Qué tanto a los últimos anteriores? ¿A alguno?  Su respuesta guárdesela, es propia; cómo escogemos a nuestros “lideres” y los efectos que tiene en la sociedad, eso si es de todos. 

Estamos a menos de un año de la convocatoria a elecciones para Presidente, Vicepresidente, Alcaldes -y concejos municipales- y diputados; piense antes de votar, por vía suya, su decisión me afecta, así que aguas ¡porfa! Su decisión -y la mía- pude hacer que, a usted, a mi y al país entero ¡nos lleve la chingada!

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