Ya lo he dicho antes, acá cada quién agarró partido y parece virtualmente imposible que, ni siquiera con argumentos sólidos o pruebas fehacientes, alguien de un lado pueda aceptar la posición del contrario. La Guatemala del 2018 está tan polarizada que es como que, si el Papa llegase a la franja de Gaza y tratara de mediar entre palestinos y judíos; en lugar de conseguir esa mediación, Su Santidad seguramente sería “sacado a sombrerazos” por metiche y, lo que es peor, están tan confrontados que no hay posibilidad de amigable arreglo. Así estamos acá.
Además, a los chapines parece fascinarnos agarrarnos a pencazos; por ahora no hay posibilidad de una posición conciliadora o una “tercera vía” que ofrezca una postura distinta a la que ya tiene cada bando en su cabeza, en su corazón y en su hígado. Lamentablemente, creo que la oferta política para las siguientes elecciones estará igual de polarizada. Personas moderadas, discursos conciliadores y mesurados, posiciones institucionales y serias serán desechadas por el electorado que está cargado de determinada polaridad, de un lado o de otro. Esta es una de las pocas veces que espero equivocarme y llevarme la sorpresa que en el 2020, los guatemaltecos escogemos para presidente una persona preparada, con una postura moderada y con posibilidades de generar esos grandes acuerdos que esta patria necesita.
Como ya he dicho también, acá cada uno escogió a sus “favoritos” y los defiende a capa y espada sin importar lo que hagan (sin importar que sea bueno, malo o estúpido). Todo esto viene al cuento por algunos de los “acontecimientos” de actualidad, entre ellos el más notorio y sonoro fue la participación y apoyo -o no- del PDH a una infortunada manifestación con intención de provocación por parte de un pequeño grupo de mujeres el 8 de este mes, en el que se conmemora -¡Dios guarde uno dice que se celebra!- el Día Internacional de la Mujer. Ese día, este minúsculo grupo realizó una mofa de procesión -justo en cuaresma- cargando en andas a la “poderosa vulva”. Como era su intención, causaron escándalo y provocaron discusión en torno al trato que reciben las féminas en la sociedad guatemalteca. Esté usted de acuerdo o en contra, se debe reconocer que ese objetivo lo lograron.
Mi opinión al respecto es simple: ellas tenían el derecho de realizar la manifestación que quisiesen; la Constitución y las Leyes guatemaltecas no imponen límite previo alguno a la forma o tema de las manifestaciones. Lo que sí se contemplan son las consecuencias cuando, de acuerdo con esa misma normativa, se transgreden -las normas- y se causa un daño a algún grupo o persona, ya sea físico, moral o emocional; ese es en esencia, el derecho penal y resulta ser que lo que ese día ocurrió es considerado por determinado grupo como daño u ofensa a la religión católica, la que yo profeso.
Esa posible transgresión es algo que debe ser conocido por las autoridades competentes, investigado y procesado, de ser el caso. De no hacerse, se demostrará -una vez más- que SÍ hay una preferencia de determinadas autoridades por determinados personajes o posturas y eso es contrario a la Ley -y también es corrupción- le pese a quien le pese. En términos puntuales, el MP debe iniciar una investigación de oficio por la posible comisión de un hecho delictivo contemplado en el Código Penal por parte de esas mujeres en contra de la feligresía católica (en otras latitudes ya lo han hecho y por idénticos actos). Que es inaudito que se haga escandalo por esto y no por la muerte de 41 niñas también es cierto, pero eso no exime de la responsabilidad por ESTE acto. No confundamos la gimnasia con la magnesia. Más allá de ello, lo que ha causado escozor -para usar un término alusivo- es la participación del PDH en dicha manifestación; más allá de la responsabilidad de las autoras, que el PDH, un funcionario público participe, añade insulto a la injuria, como se dice en inglés. Más allá de que si la intención de los diputados que lo han citado al pleno a que rinda informe -porque es un comisionado del Organismo Legislativo, no nos olvidemos- es espuria o política, el PDH debe ser desprovisto del derecho de antejuicio e investigado y, de encontrarse elementos, procesado. Si no hay elementos, los que quedarán en ridículo son quienes lo acusan, pero para ello el MP debe poder investigar.
Acá es donde nos damos cuenta de lo que el título de este escrito pretende: acá todos tomamos partido por uno o por otro sin importar razones o verdades; hay personas que defienden al PDH porque si y punto y no entretienen ni siquiera por un momento la posibilidad que haya algo que investigar. Por otro lado, hay gentes que quieren ver en el cadalso al PDH por cualquier razón y esta es solo una de las más recientes razones para intentarlo. Ambas posiciones extremas son irracionales; es una desgracia que la Ley no prevalezca y se aplique a todos por igual ¿no que se está tratando de construir el Estado de Derecho?
En las redes sociales, las posturas se exacerban; por un lado, apoyo incondicional al PDH (sin importar que pudo haber incurrido en alguna responsabilidad), y por el otro, ataque al PDH y la exigencia de su renuncia (sin importar que sea por este o por cualquier otro tema). Ambas posturas son extremas. La Ley es la Ley y si se incurrió en responsabilidad -penal o de otra índole- se debe investigar. El no hacerlo, insisto, evidenciaría lo que muchos hemos señalado una y otra vez: que la persecución penal no solo es selectiva, sino que tiene un componente ideológico. Le pese a quien le pese.
En otro orden de ideas y un poco antes de este desafortunado episodio, se llevaron a cabo 2 “magnos eventos” que le dieron un espaldarazo a la gestión de Thelma Aldana e Iván Velásquez: la conformación del llamado frente ciudadano contra la corrupción y la realización del III Encuentro Ciudadano -que de ciudadano tienen poco, pues la enorme mayoría de ciudadanos estaban trabajando y no en hoteles de la zona 10-. Esté usted de acuerdo o no con este grupo -en esencia, el mismo en uno y otro evento- se debe reconocer que articularon una postura clara: apoyan la lucha contra la corrupción. Ahora bien, el falso dilema -o sofisma- es pretender hacer creer que, si uno no está en ese grupo, está del lado de los corruptos; esa es una estupidez que se evidencia por si sola y quienes la difunden son pues, estúpidos.
Otro suceso en el ámbito político que abona al punto de este escrito es el fallo de la Sala Tercera de la Corte de Apelaciones que resolvió, por mayoría, no retirar la inmunidad al alcalde Álvaro Arzú. De nuevo, usted puede estar de acuerdo con él -el fallo- o no, pero lo interesante del caso es cómo los medios, abrumadoramente, denostaron a los magistrados que fallaron de esa manera y, por el contrario, exaltaron a la magistrada que emitió el fallo disidente. El disenso en los tribunales colegiados es positivo, no toda decisión debe alcanzarse de manera unánime, sin embargo, fue más que evidente el “favoritismo” de la prensa en general por el voto disidente (sin efectos judiciales) y no por el mayoritario (el que cuenta, pues). ¿Cuándo antes la prensa había hecho esa alharaca por un voto disidente? ¿Acaso así lo han difundido -y defendido- cuando se trata del voto disidente al mayoritario de “los favoritos” de la CC? No, no ha sido así.
Por último, están el montón de empresarios investigados y a punto de ser capturados (porque o todos hijos, o todos entenados, ¿no?) que financiaron ilícitamente campañas políticas; esos a los que el comisionado Velásquez les ha pedido una y otra vez que admitan públicamente sus fechorías con el ánimo de que les vaya un poco mejor en sus procesos -pero que no los eximirá- y que son, unos más, unos menos, quienes participaron el los magnos eventos “ciudadanos” que ya mencioné. Ellos, evidentemente, son privilegiados, no solo por su situación económica, sino porque a ellos si les ofreció -a priori y públicamente- esa posibilidad la Cicig, mientras que a todos los ya procesados por casos de alto impacto, nel pastel. A ellos, si quieren colaborar para procurar una condena menos drástica, primero al tambo y luego platicamos. Trato diferente, ¿no?
Así pues, como se dice cuando se casan dos personas por segundas nupcias y cada uno lleva los hijos del anterior matrimonio al nuevo: “los tuyos y los míos”; si además se engendran comunes, se le agrega: “y los nuestros”.
En Guatemala parecemos casados por segunda -y hasta tercera, cuarta y quinta vez- y entonces yo tengo los míos, tu tienes los tuyos, el -y ella, claro- tiene los suyos, vosotros tenéis los vuestros y ellos tienen los suyos, pero evidentemente nosotros no tenemos los nuestros. Cualquier cosa que pasa inmediatamente genera el más absoluto radicalismo por una u otra posición; inmediatamente las redes se inundan de expresiones a favor o en contra y la gran mayoría de las veces no se aporta ningún argumento sólido para tal o cual apoyo; no son argumentos racionales, a veces ni siquiera son pasionales, son posiciones viscerales.
Si Guatemala va por buen o no con la lucha en contra de la impunidad y de la corrupción -como se está llevando a cabo- no lo sabremos todavía. Habrá que esperar y ver si rinde los frutos que se esperan, si se modifica la forma de hacer política y hacer negocios en este país, y si para salir más o menos airosos de ello, los guatemaltecos no paramos siendo un montón de sapos.
Para mientras, debemos expiar nuestros pecados como sociedad, no solo los procesados judicialmente, sino todos. A la postre, veremos qué país tenemos en unos 10 o 15 años cuando ya yo haya Cicig y nos toque a nosotros solos. Eso si, siempre de la manita del Gran Hermano del Norte, con administración republicana o demócrata -es indistinto- que nunca dejará que los guatemaltecos, para bien o para mal, dirijamos solos nuestro propio destino. Al fin de cuentas, ellos nos tratan como su patio trasero. Ah, y aprovechando este último tema, resulta chistoso ver al grupo de coristas que tenía Todd Robinson, el ex embajador gringo, que lo vitoreaban y llevaban en andas -cual poderosa vulva-, pero a su sucesor, a Luis Arriaga, el que antes de su venida decían que sería igual de implacable que Todd y que además era de la misma línea, a él, ahora lo ningunean y lo demeritan, lo ridiculizan y califican de bisoño solo porque su approach es distinto y no es abusivote como el anterior -aunque no haya cambiado un ápice la postura de EEUU hacia Guatemala-. Acá, cada quién tiene sus favoritos, por una u otra razón. ¡Así, estamos jodidos, todos ustedes!
*ACTUALIZACIÓN: Después de la publicación de este blog, la Corte de Constitucionalidad amparó provisionalmente (o sea, en definitiva según esta corte) al PDH para que no asista mañana al Congreso debido a que dicha citación no cumplía con lo preceptuado en el articulo 32 de la Constitución. ¿Favorito, de la CC, no?