POR QUIEN DOBLAN LAS CAMPANAS

INo hay semana en la que los canales de noticias y las redes sociales den cuenta de más de un acontecimiento que merece nuestra atención más allá de la lectura de uno o más tuits o de zapear en la TV y escuchar las noticias, más que verlas.  Estos días recién pasados no han sido distintos, pero creo que hay tres temas -de fuera, pero con alcances mundiales y por lo tanto con posibles efectos acá- que quiero comentar. 

En los 10 días pasados, murieron dos personajes de talla mundial: Kofi Atta Annan, el cuarto hijo de sus padres, nacido un viernes junto con su gemelo (gracias, Wikipedia) y el “canalero” John Sidney McCain III (panameño por nacimiento, pero como nació en la base gringa, es estadounidense de nacionalidad) ambos ejemplos de servicio público en su respectivos estilos y ámbitos. 

El primero, economista ghanés que fue designado 2 veces como Secretario General de las Naciones Unidas, galardonado con el premio Nobel de la Paz -entre otras muchas distinciones- y que murió el 18 de este mes dejando un enorme legado de servicio a la humanidad. Si bien el grueso de su carrera fungió como funcionario internacional en Naciones Unidas, empezando desde abajo, también sirvió como funcionario de su natal Ghana en donde estoy seguro de que lo hizo de la misma manera que en la escena mundial, con entrega.

Personas que lo conocieron íntimamente -no sexualmente, no sean malpensados- me dicen que fue una persona excepcional; no tengo razón para pensar distinto.  Lo que usted y yo vimos fue lo que públicamente se evidenció: un funcionario que dedicó su vida a servir a los demás.  Muy bien pagado, seguramente, pero acaso ¿no es eso lo que se quiere de los funcionarios? Bien pagados, pero incorruptibles.  He allí parte del secreto, por lo que cuando en redes -mala fuente de análisis- critican que tal o cual funcionario gana mucho, me parece que no están viendo el problema donde está.  Que un funcionario gane bien es lo correcto, que robe o que sea mula es el problema. ¡Ubiquémonos!  Pero divago…

Kofi Annan fue un gran activista en pro de los derechos de las personas infectadas con HIV -y por lo tanto un incansable trabajador de la búsqueda de una cura- en su natal África y alrededor del mundo.  Estuvo en contra de la guerra en Irak pues estaba fundamentada en las inexistentes WMDs -armas de destrucción masiva- de Sadam, enfrentándose así a las intenciones del imperio (los gringos, pues).  En las noticias y en redes no he visto críticas a su gestión, pero más importante, ninguna a su carácter.  Fue un funcionario correcto, pero más importante, una persona excepcional.  Es un ejemplo que seguir, sin duda.

McCain nació en el seno de una familia militar; su abuelo y su padre ambos almirantes de la marina gringa y con una excelente carta de servicio y tuvo parientes que pelearon casi en cada batalla o guerra en la que los Estados Unidos se vio involucrado. Sin ánimo de burla, menos ahora que ha muerto, no puedo dejar de pensar en el teniente Dan de Forrest Gump. 

El extinto senador no hubiese llegado a almirante, lo más seguro.  Se graduó de la academia naval de Annapolis en el percentil más bajo de su clase y luego pues eso de que el enemigo lo derribe tampoco es como muy decoroso en su historial, pero ese hecho fortuito y lamentable cambiaría su vida y la de millones de personas alrededor del mundo, pues su intervención en asuntos de interés de los Estados Unidos tuvo repercusiones globales. 

Como es sabido, a McCain lo derribó el ejercito del “Viet Cong” donde sufrió varias heridas y fracturas que le dejaron secuelas por el resto de sus días.  Pero casi casi no llega ni siquiera a ser derribado por el enemigo; en el portaviones al que estaba asignado su escuadrón hubo un accidente y un misil de un A-4 se disparó solito e impactó a su avión -o uno justo al lado- estando en la cubierta de vuelo y el tanque de combustible explotó provocando un incendio en la cubierta que por poco mata a McCain antes que siquiera volara por los cielos vietnamitas.

Al ser derribado y capturado fue sujeto a torturas y crueles interrogatorios; no ayudó nada que sus captores se enteraran que no se trataba de un simple piloto, sino que era el hijo de un almirante.  Se convirtió entonces en un prisionero de guerra muy valioso.  Encerrado en una jaula de bambú inicialmente en donde los brutales interrogatorios y las fracturas sufridas y mal tratadas hicieron que tuviera el brazo derecho incapacitado en buena medida por el resto de su vida. Posteriormente fue “huésped” en el infame Hanói Hilton, una prisión para enemigos capturados. 

Pasó más de 5 años en cautiverio famosamente rehusando ser liberado en varias oportunidades si no se liberaba también al resto de sus compañeros. 

A su regreso a los Estados Unidos, unos días después, McCain se reunió con su esposa Carol y su familia. Ella había sufrido su propia experiencia agobiante y casi mortal durante su cautiverio, debido a un accidente automovilístico en diciembre de 1969 que la dejó hospitalizada durante seis meses y enfrentando veintitrés operaciones y terapia física en curso. El hombre de negocios y defensor de prisioneros de guerra, Ross Perot había pagado por su atención médica. Para cuando McCain la vio, era cuatro pulgadas (diez centímetros) más corta, con muletas, y sustancialmente más pesada.  Como prisionero de guerra devuelto, McCain se convirtió en una especie de celebridad: El New York Times publicó una historia y una foto de primera página de cómo bajaba del avión en la base aérea Clark en Filipinas; ​​se escribió una nota de trece páginas e una historia de portada describiendo su terrible experiencia y su apoyo al manejo de la guerra por parte de la administración Nixon en US News y el World Report; participó en desfiles en Orange Park y en otros lugares e hizo apariciones personales ante grupos, donde mostró fuertes habilidades para hablar; le dieron la llave de la ciudad de Jacksonville, Florida;  y una fotografía de él con muletas que estrechó la mano del presidente Richard Nixon en una recepción de la Casa Blanca para prisioneros de guerra que regresaban se volvió icónica.  Los McCain se convirtieron en frecuentes invitados de honor en las cenas ofrecidas por el gobernador de California, Ronald Reagan, y su esposa Nancy Reagan, y John McCain causó una fuerte impresión al hablar en un gran desayuno de oración organizado por el gobernador.  McCain había admirado a Ronald Reagan mientras estuvo en cautiverio y después, creyendo que era un hombre que veía el honor en el servicio de Vietnam y un líder potencial que no conduciría a la nación a una guerra que no estaba dispuesta a ganar.

McCain se sometió a tres operaciones y otro tratamiento por sus lesiones, pasando tres meses en el Naval Regional Medical Center en Jacksonville. Pruebas psicológicas, entregadas a todos los prisioneros de guerra que regresaban, mostraron que McCain se había “ajustado excepcionalmente bien a la repatriación” y tenía “un patrón de ajuste ambicioso, esforzado y exitoso”.  McCain les dijo a los examinadores que resistió su terrible experiencia al tener “Fe en el país, Marina de los Estados Unidos, familia y Dios”.  A diferencia de muchos veteranos, McCain no experimentó flashbacks ni pesadillas de su experiencia en Vietnam, aunque debido a la asociación con los guardias de la prisión, el sonido de las teclas traqueteando lo haría “tensarse”.  McCain fue ascendido a comandante a partir de julio de 1973 y asistió al National War College en Fort McNair en Washington, DC durante el año académico 1973-1974.  Allí estudió intensamente la historia de Vietnam y las guerras francesas y americanas allí, y escribió “El Código de Conducta y los prisioneros de guerra de Vietnam”, un largo artículo sobre la experiencia del prisionero de guerra de Vietnam como una prueba del Código de Conducta de los EE. UU. Cuando se graduó, llegó a la conclusión de que los errores cometidos por los líderes políticos y militares estadounidenses habían condenado el esfuerzo bélico.  Aceptó el derecho del movimiento pacifista de los Estados Unidos de ejercer su libertad de protestar, y adoptó una actitud de vivir y dejar vivir en contra de aquellos que habían eludido el reclutamiento. Tampoco le molestaron los vastos cambios en las costumbres sociales estadounidenses que tuvieron lugar durante su ausencia, como lo hicieron muchos otros prisioneros de guerra.  McCain regresó a Saigón en noviembre de 1974; él y un par de otros ex prisioneros de guerra recibieron la Orden Nacional de Vietnam, el más alto honor de ese país. También habló en la universidad de guerra de Vietnam del Sur, cinco meses antes de la caída de Saigón. McCain resolvió no convertirse en un “prisionero de guerra profesional”, sino avanzar y reconstruir su vida. Pocos pensaban que McCain podía volar nuevamente, pero estaba decidido a intentarlo, y durante este tiempo se dedicó a nueve meses de terapia física penosa y penosa, especialmente para hacer que sus rodillas se doblen nuevamente.Logró rehabilitarse lo suficiente para recuperar el estatus de piloto activo.  Le fue otorgado un comando en Florida a donde se trasladó con su familia, pero luego le fue asignado un “trabajo de escritorio” que lo hizo finalmente decidir lanzarse a la política, algo que había estado contemplando desde su regreso de Vietnam.  Así, en 1980 es electo congresista y luego, en 1987 es electo senador por el estado de Arizona en el puesto que dejó vacante Barry Goldwater.  (Con información de Wikipedia).  El resto, como se dice, es historia.

Republicano, pero conocido siempre por ser un maverick (independiente y no alineado necesariamente con la línea del partido) y tender puentes con los demócratas, ayudó a normalizar las relaciones diplomáticas con Vietnam y muchas veces votó con el “otro lado del corredor” famosamente rompió con la línea de partido al ayudar a confirmar a la Corte Suprema las propuestas de Bill Clinton, Stephen Breyer y Ruth Bader Ginsburg.  Como el tema está de moda, es meritorio destacar que fue uno de los principales críticos del sistema de contribuciones a las campañas electorales, señalando como un gran distorsionador las grandes contribuciones de corporaciones, por ejemplo, etiquetándoles de corruptas.  Apoyó la iniciativa de veto por línea que le permitía al ejecutivo vetar solamente ciertos ítems de una ley, que de esa cuenta podía entrar en vigor solamente lo que se consideraba favorable y vetar lo que no, pero la Corte Suprema lo declaró inconstitucional.Uno de los momentos que más ejemplifica su rectitud y congruencia es el debate presidencial televisado del 2008 en el que ante una pregunta de una mujer que dijo que no se podía confiar en Obama por ser musulmán y no se que otros cuentos, él la interrumpe y le dice: “No señora, no señora.  Él es un hombre de familia, una persona decente con quien tengo diferencias en temas fundamentales y de eso se trata esta campaña, de nada más”.  Un ejemplo de cómo se puede ser adversario sin ser enemigo político.

Así, toda su carrera fue un maverick y en sus últimos años y días en el Senado, también famosamente, votó en contra de su partido -y más específicamente del presidente Trump- para no revocar el “Obamacare”.  Su rechazo y desdén hacia Trump fue tal que dejó instrucciones precisas que a su velorio no fuera invitado el presidente (Trump).  En estos días precisamente el presidente Trump pasa por los momentos más sombríos de su presidencia al haber sido condenado su jefe de campaña Paul Manafort, al haber aceptado su culpabilidad en varios delitos fiscales y de campaña su Abogado y “fixer” Michael Cohen y luego que el Departamento de Justicia le otorgara inmunidad al Jefe Financiero de Trump, seguro a cambio de que se convierta en sapo contra su jefe.   McCain se estará gozando lo que le pasa al presidente Trump, pero lamentando lo que le ocurre a la Presidencia de su país.  Nos debe de servir de ejemplo por acá y en estos días de cómo se puede y se debe respetar y defender “la institucionalidad” de la Presidencia, precisamente señalando a quienes desde ese puesto la demeritan y abusan de ella.

Finalmente, se me ocurrió el título de este blog leyendo acerca del camote en el que está metida España con la intención -casi segura- del gobierno socialista de exhumar los restos del Generalísimo Francisco Franco, exdictador fascista, del Valle de los Caídos.  Más allá de si es una decisión motivada por la ideología o si es un asunto de estado – más creo lo primero- el hecho es que, de nuevo, una pugna ideológica, se aviva con un tema como en dónde está enterrado un tipo que es querido por unos y odiado por otros.  El título de este blog es un guiño hacia el autor de la novela con ese nombre, el genial Ernest Hemingway quien fuera corresponsal en la guerra civil española y atestiguó lo que ese horror significó (lucha de clases, guerra de religión, nacionalismos, revolución, contrarrevolución, conflicto militar y por supuesto, enfrentamiento entre comunismo y fascismo) culminando en la dictadura de Franco.  El título de su novela se inspiró en el poema de John Donne, poeta metafísico inglés del siglo XVII que escribió una meditación que en mi opinión sirve bien para ilustrar por qué nos debe importar la muerte de Annan y de McCain:

“Ningún hombre es una isla, completo en sí mismo; cada hombre es un pedazo de continente, una parte de la tierra; si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera el promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia.  La muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad; por consiguiente, nunca hagas preguntar por quien doblan las campanas: doblan por ti”.

 

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