LA CANDIDATURA DE THELMA ALDANA

Mientras escribo estas líneas, aún no se sabe si Thelma Aldana participará en las elecciones de este 2019.  Usted puede estar a favor de su candidatura o en contra de ella, pero creo que en algo podemos estar de acuerdo: la incertidumbre de su participación no es sana para la credibilidad del “evento” electoral. Más allá de su simpatía -o no- hacia ella, usted debiese estar preocupado -como lo estoy yo- porque a estas alturas no se sepa si ella participará.  Otro tanto que hace para restar credibilidad al “evento” -me da mucha risa que se le llame así- es que el Tribunal Supremo Electoral, luego de que la Corte Suprema de Justicia amparara en definitiva a Zury Ríos, apelase el fallo.  ¿Qué imparcialidad podrá tener en las elecciones ese Tribunal si decidida y abiertamente está en contra de la participación de una candidata, a pesar de que la Corte Suprema ha amparado en definitiva?  Resulta evidente que a su criterio ella no puede participar; es dable esperar animadversión hacia ella y su proyecto político por parte de las más altas autoridades electorales.  Eso simplemente no puede ser.  El TSE hizo lo que consideró apegado a derecho al rechazar su inscripción, pero más allá de ello, debe acatar lo resuelto por las autoridades judiciales; de nuevo está en manos de la CC un asunto que no debiese ser de su competencia. En fin.

Regresando a la ex fiscal Aldana, yo opino -yo quisiese, pues- que ella participe, pues creo que, de no hacerlo, quedará siempre “la espinita” del qué pudo ser.  El presidente que resulte electo deberá enfrentar la sombra de la candidata frustrada y será acusado de pertenecer al ya trilladísimo pacto de corruptos (que parece ser la única frase de campaña de Aldana) porque, aunque no tenga nada que ver con ese supuesto conciliábulo, en la mente de Aldana y de los integrantes del Movimiento Semilla así será.  Lamentable.

Sin embargo, la ex fiscal Aldana tiene problemas legales de altos vuelos, no es poca cosa la acusación que enfrenta; bueno, digamos enfrenta, pero en realidad no lo hace, pues desde que tuvo noticia de la orden de aprehensión en su contra, se refugia en la hermana república de El Salvador y ha dicho que no vendrá hasta que “las condiciones de seguridad estén dadas”.  Imagino que eso querrá decir que cuando ya no tenga orden de captura.  Suerte con eso. 

La incertidumbre alrededor de su participación hace un daño terrible al proceso electoral, pues en lugar de estar debatiendo ideas y escuchando propuestas, el electorado está más bien entretenido con la telenovela de Thelma Aldana que bien podría llamarse algo así como La Malquerida, o La Ausente.  En síntesis, yo quisiera que participe, no porque sea su seguidor o confíe en que es la persona indicada para resolver los problemas del país (no creo que ella lo sea, en lo absoluto) sino por lo que ya dije antes, lo importante es que se tenga certeza en el proceso y para ello ni el ente electoral (TSE) ni las cortes deben jugar el rol determinante, pues ese es exclusivo del soberano, del pueblo.

Sin embargo, mis deseos no son suficientes para lograr ese cometido, antes deberán dilucidarse varios asuntos entrelazados para hacer viable esa candidatura; trataré de hacer un breve resumen de esos asuntos por si no los tenían presentes.

Para ser candidato se requiere presentar lo que coloquialmente se ha denominado siempre como finiquito.  Resulta que desde hace algún tiempo se le cambió de nombre y ahora se le denomina: constancia transitoria de inexistencia de reclamación de cargos.  Era más sencillo el anterior, pero el nuevo es más exacto, pues lo que hace la Contraloría es extender un papelito “temporal” mientras averigua si no hubo mano de mico durante la gestión del funcionario; por eso lo de “transitoria” que según el DLE significa pasajero, temporal, fugaz, caduco.  Justo lo que pasó con el “finiquito” de Aldana.  La CGC, luego de revisar su gestión, encontró malos manejos -a su criterio- y denunció a la ex fiscal.  Como ordena la normativa aplicable, la “transitoriedad” del documento es abruptamente terminada, por lo que se revoca su validez.  Ante ello, el equipo legal de la ex fiscal va a “conseguir” un su amparo provisional para detener la investigación y denuncia penal. Sin embargo, el finiquito ya había quedado sin validez al momento de presentarse como documento fundante de la candidatura, pues ese amparo provisional que lo sostenía artificialmente ya había sido revocado por la Corte de Constitucionalidad.  De esa cuenta, ella, la ex fiscal Aldana no cumplió en tiempo los requisitos necesarios.  Más allá de ello, está lo de la orden de aprehensión en su contra que ella ha evadido al refugiarse, como se sabe, en El Salvador.  No la culpo, probablemente yo hubiese hecho lo mismo; sin embargo, en su caso parece algo así como justicia poética, pues durante su gestión de FG ella siempre criticó que no se enfrentasen con hidalguía las acusaciones y se defendiesen los acusados en los tribunales.  No es lo mismo verla venir, que bailar con ella, dice el refrán. Ahora ella no hace lo que tanto predicó y su credibilidad, más allá de sus fieles seguidores, se ve comprometida porque no hace lo que dice.  Falta de coherencia. 

Más allá de eso, su campaña -que aduce suspendida por respetar lo ordenado por el TSE- no parece levantar más allá de un par de hashtags en redes sociales.  Justo ayer salió en redes el “primer proyecto” de su campaña -o sea que siempre y no respetó lo ordenado por el TSE- consistente en un megaproyecto (claro, ellos no le llaman así por la connotación que tiene el término) cultural y tecnológico en lo que ahora es la granja penal Pavón.  Yo no lo vi, pero quienes lo hicieron no me dijeron qué pensaba hacer entonces con los reos de Pavón, ni con qué dinero -proveniente de dónde- haría ese proyecto.  No se me malinterprete, el proyecto en sí suena lindo -re bonito- pero da grima ver que ese sea el “primer proyecto” con el que lanza su campaña, desechando el capital político que ella tiene como una luchadora contra la corrupción.  Por pretender aparentar lo que no es, se desdibuja. Me recuerda mucho aquella campaña del “conejo” Berger donde para hacerlo ver menos bonachón y más serio se le retrató medio bravo y en fotos en blanco y negro.  Rotundo fracaso.  En mi opinión, las campañas políticas deben, por lo menos al inicio, reforzar las fortalezas de sus candidatos y no darlas por un hecho, pues al pretender ser algo que no son, el potencial votante se desilusiona. 

Mientras se decide si “Thelma va” o no, tampoco hemos podido escuchar propuestas de los demás candidatos y partidos, o tal vez no ha interesado tanto, por eso es por lo que digo que es importantísimo que se decida de una buena vez si será candidata o no.  Yo creo que los problemas legales son insalvables, pero será el TSE y luego las cortes las que decidan eso. 

Más allá de ello, la campaña, tanto la de Aldana, como muchas otras, a pesar de la limitación de medios -algo que la CC, malévolamente sigue sin resolver- no pasa de frases, algunos jingles y gimmicks como enormes lápices amarillos en mano y no se escuchan propuestas.  Hasta ahora, personalmente, solo he podido constatar dos: la del Movimiento para la Liberación de los Pueblos (MLP) que subió a google docs su plan de gobierno, y la propuesta de VAMOS, que hizo lo mismo en redes sociales. 

No digo que las dos o una de ellas sea la “solución” pero por lo menos lo han hecho público -lo que pretenden hacer- y eso es de lo que se trata.  Propuestas, promesas y compromisos son lo que los candidatos deben hacer en campaña; el rol del elector es ver quién miente menos y a quién decide creerle.

Hasta ahorita, la promesa más sólida de Thelma Aldana es que no regresará hasta que las condiciones de seguridad no estén dadas.  ¡Vaya promesa!

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