DUDAS EXISTENCIALES

¿De dónde venimos? ¿Qué hacemos acá? ¿A dónde vamos? Las anteriores son tres de las principales dudas existenciales que la humanidad se ha planteado desde que los primeros homínidos descendieran de los árboles.  Si usted no cree en la teoría de la evolución, no se me vaya a ofender que no estoy diciendo que usted en lo particular, descienda del mono.  Así, según dicen los estudiosos del tema, primero en África y luego en Europa y Asia y el resto del mundo, hace cientos de miles de años, en las primeras congregaciones de neandertales y otras ramas del genero homo seguramente se hacían esas preguntas desde entonces. 

Ya en la historia humana documentada, la humanidad ha continuado preguntándose lo mismo y para intentar responderse ha ideado las más variopintas teorías y dado respuestas de todo tipo, desde las teológicas hasta las eminentemente científicas y por supuesto, las filosóficas.  Cabe pensar que, con tanto tiempo y dedicación que miles de estudiosos y personas sencillas le han puesto al asunto, no tengamos ni siquiera la más puta idea de cómo responder de una manera correcta aquellas milenarias dudas existenciales.  La humanidad ha avanzado tanto desde entonces en otras muchas áreas, sin embargo, queda pendiente lo más esencial de la existencia.

Las dudas existenciales también se dan en el ámbito puramente científico; desde las observaciones empíricas de los antiguos griegos o de los brillantes mayas que lograron con bastante exactitud descifrar los movimientos celestes y utilizarlos para crear un calendario que les sirviese para las actividades tanto religiosas como agrícolas -por mencionar un par- pasando por Copérnico y Galileo, las teorías de Newton que explicaron muy bien -para entonces- el movimiento de los astros, finalmente en el siglo 20 las teorías de la relatividad general y especial parecían explicar perfectamente la existencia de la energía y de la materia, por lo menos desde una perspectiva, como dijimos, puramente científica. 

En eso, otros científicos no contentos con aceptar a pie juntillas las teorías de Einstein, se dieron cuenta que sus ecuaciones no explicaban muchos de los fenómenos observados y teorizados; surgen pues la mecánica cuántica y posteriormente la teoría de cuerdas. Todas ellas dan explicación a diferentes fenómenos, pero ninguna es una “teoría de todo”, el santo grial de los científicos que buscan como locos desarrollar la elusiva Teoría Unificadora.  Mientras eso sucede, hay algunos avances por aquí y otros por allá en otras ramas de la ciencia que poco a poco se ven aplicadas a nuestra vida cotidiana. 

En cuanto a respuestas de índole religioso, hemos mudado desde las primeras creencias politeístas hacia un sistema de creencias monoteísta.  Por supuesto que todavía hay creencias politeístas, así como otras creencias como la Cientología  ¡hasta iglesias maradonianas!  pero es válido decir que la mayoría de la humanidad tiene, en la actualidad, creencias monoteístas.    Si las primeras o las segundas son las correctas no hay forma de saberlo hasta que uno acaba esta existencia; solo entonces sabremos quienes estaban en lo correcto y quienes estaban equivocados ¡tal vez todos lo estamos!  Sin embargo, para mientras, cada quien es libre de creer en lo que quiera y de acuerdo con sus creencias tratar de explicarse y responderse aquellas dudas existenciales.  Conforme se responda esas preguntas será su actuar en esta tierra.

En el ámbito filosófico, ha habido interminables escuelas de pensamiento que han tratado de dar respuesta a aquellas preguntas, sin que a través solamente del intelecto y de la elucubración de la mente humana se haya llegado más cerca de lo que se estaba en la antigua Grecia. Claro, hay teorías mucho más desarrolladas y con cada vez más elementos de convicción, pero así, la neta, seguimos sin poder respondernos aquello de una manera convincente.  ¡Vaya avance el de la humanidad!

Mientras científicos, religiosos y filósofos dedican interminables horas a lo anterior, la humanidad en general sigue atrapada en otro tipo de cosas que da vergüenza reconocer.  Seguir atrapados en una discusión ideológica dicotómica simplista entre izquierda y derecha es, en efecto, una vergüenza para los millones de años que la especie humana ha estado sobre la tierra y para los millones de personas que han muerto a manos de esa “discusión” que a la luz de la distancia ha sido estéril.  Claro, así como con las creencias religiosas, de acuerdo con la propia ideología es como uno se comporta -eso se esperaría, pues- y de acuerdo a su ideología cada quien aborda los fenómenos sociales de su época, sin embargo, es mi convicción que cada quien es libre de tener la ideología que quiera y comportarse conforme a ella, sin embargo, es un desperdicio de la mente y capacidad humanas limitarse a una sola; la dicotomía no debiese tener cabida en la mente humana.  Dicotomía, pues pareciese oponerse una frente a la otra y más que oponerse, excluye a la opuesta; los sistemas electrónicos y computacionales se desarrollan con base en un sistema binario de unos y ceros y con base en un lenguaje así, binario, hemos alcanzado los niveles tecnológicos que tenemos. Sin embargo y como tratando de empalmar la primera parte de este blog con este tema mucho más mundano, la propia ciencia ha descubierto que, al nivel atómico y subatómico, algunas partículas no se comportan -como hasta entonces se ha creído- simplemente de un modo binario: o acá o allá, o de esta o la otra manera.  Las investigaciones y teorías de la mecánica cuántica han ido descubriendo que, por increíble que parezca, una partícula “entrelazada” puede estar en dos lugares a la vez.  Así, la dicotomía de 1 o 0 o que, si una partícula está aquí, no puede estar allá, se ha ido rompiendo y ¡oh sorpresa! resulta que el mundo no es tan binario como parecía. 

A mi me resulta particularmente ilustrativo cómo algo tan tangible -si se vale el término- como la materia, aunque sea a niveles atómicos, pueda ser ambivalente y algo tan etéreo, con tantas posibilidades como la mente y el conocimiento humano se circunscriba a un pinche maniqueísmo.  Hace unos días me contaron algo que no he podido comprobar: que uno de mis escritores y periodistas favoritos, Arturo Pérez Reverte dijo una vez en una entrevista cuando le preguntaron que qué ideología tenía, el respondió algo así como “yo he leído demasiado como para tener ideología”.  Pendiente de corroborar la cita, creo que me pasa algo parecido.

Y no es difícil; por ejemplo, resulta muy fácil -para mí por lo menos- considerar que todo poder absoluto es una afrenta al sistema republicano de gobierno.  No importa si el déspota es “de izquierda” o “de derecha”, es un déspota y su comportamiento es contrario a los principios del liberalismo, en el que creo, mas no me circunscribo. 

También me resulta fácil comprender cómo las ideas del socialismo -y de toda corriente colectivista, para ser exactos- corren contrarias a la naturaleza y comportamiento humano. Las teorías colectivistas intentan modificar el comportamiento individual humano en beneficio de la colectividad; por el contrario, las teorías individualistas comprenden el comportamiento humano y aceptan que modificar el comportamiento individual es fútil, por lo que desarrollan postulados que tratan de explicar cómo el comportamiento individual, dentro de un Estado de Derecho, por supuesto, logra el beneficio colectivo.  Tener esta forma de pensar no excluye, en mi caso, no solo darme cuenta, sino poder señalar a quienes, escudados en el individualismo, comenten abusos. 

Así, señalar las violaciones a preceptos legales e incluso a derechos humanos perpetrados por el actuar de algunos jueces, de la Cicig y del MP -como tan notoriamente lo ha denunciado el Procurador de los Derechos Humanos en el caso del ex fiscal Rony López- no me hace estar “en contra de la lucha en contra de la corrupción” (parece trabalenguas ¿verdad?).  Aplaudir la acción del PDH en este caso no me hace apoyarle necesariamente en otro montón de temas en los que creo que se ha metido a babosadas que francamente no le competen o simplemente no merecen su actuar, en detrimento de muchos otros casos que si son de su competencia y merecen toda su atención -los que ha convenientemente ignorado-.

Acá parece que nadie -o casi nadie- está dispuesto a reconocer los errores o abusos de los “de su bando” porque eso debilitaría su posición frente “al otro bando”.  Como ya dije en una oportunidad, un Abogado, me dijo una vez que él si veía algunas ilegalidades cometidas por parte de Cicig, pero que “como él apoyaba la lucha en contra de la corrupción” no las denunciaba porque eso iría en contra de dicha lucha.  ¡Así estamos! 

Luego de la resolución del PDH en el caso del ex fiscal López la Corte Suprema se “disparó” un auto amparo en el que básicamente rechaza el actuar del PDH y no contenta con eso, le certifica lo conducente (¿qué es lo conducente?) al MP.  El actuar de esas dos entidades, PDH y CSJ parece haber puesto el escenario para otra de esas luchas maniqueas y cuidadito se usa la cabeza para analizar la situación y descubrir lo correcto porque, si no corresponde a los valores de “este bando” se está actuando a favor “del otro bando”. Tantos miles de años y personas dedicadas al avance de la ciencia, la filosofía y la religión como para que sigamos enfrascados en esto ¡Vaya civilización!

Yo salgo poco al interior del país; mi actividad no lo requiere y francamente tampoco lo hago por turismo por los peligros que se corren, sobre todo en las ahora tan descuidadas carreteras, pero cuando lo hago trato de darme cuenta de la realidad de la gente, la que no tienen tiempo de estarse preguntando babosadas como las que planteé al inicio.  Más allá de todos sus avatares y tragedias cotidianas y con el poco conocimiento que tengo de su vida y sus vicisitudes, tengo la firme creencia que si le preguntase a cualquiera de ellos si le importa que en la cada vez más cercana elección general gane alguien de izquierda o de derecha, con certeza me diría que le importa poco o nada, porque lo que él o ella y su familia lo que quieren es comer, es trabajar y tener una vida digna.  Hasta ahora los que se han autoproclamado de derecha y los que lo han hecho de izquierda no han hecho mayor cosa por ellos.  ¡Pregúnteles usted y verá!

¿De dónde venimos y qué hacemos acá? son dos preguntas que no me atrevo a intentar responder; son muy profundas como para que luego de tantos siglos y de tantos sabios sin alcanzar una respuesta convincente, venga yo a ponerme de tu a tu con ellos y les suelte mi teoría.  Suficientes sabelotodo hay en los medios y en las redes como para que yo me sume a ellos. Sin embargo, sin creerme Nostradamus o cosa parecida, si me atrevo a responder la última pregunta: ¿A dónde vamos? Si seguimos en este país con esa absurda lucha entre “izquierda y derecha” -entrecomillada porque estoy convencido que ni siquiera se trata de eso, de una pugna ideológica, sino de una simple lucha de poder- ¡vamos seguramente al carajo!  Vamos a la exacerbación de las diferencias -desigualdades es el término de moda- por abuso de unos en detrimento de otros muchos. Vamos hacia más ingobernabilidad -si es que es posible- al no poder ponernos de acuerdo en las cosas más simples.  Vamos hacia el nihilismo de la sociedad, cuando los medios critican toda decisión gubernamental no necesariamente porque sea mala, sino porque proviene de “este gobierno” y por ende es mala.  Vamos hacia una crisis económica cuando el mercado laboral es cada vez más especializado y nuestra mano de obra no se califica.  Vamos hacia un país en el que el Estado ya no protege no solo la vida ni la libertad, sino la propiedad de las personas y por lo tanto seremos los ciudadanos que, cual el viejo oeste, nos defendamos a nosotros mismos y entonces si se arma la de Troya. 

Pero sobre todo, vamos a un -otro- enfrentamiento ideológico que, que se me haga la boca chicharrón, puede cobrar muchas vidas de cualquiera de nosotros o nuestros hijos. 

Cada quien es libre, por supuesto, de pensar y comportarse como quiera, siempre que lo haga en el marco de la Ley, pero insisto, francamente vamos al carajo si seguimos con esta forma binaria de pensar.  Ya los científicos nos han dado una luz de cómo, pensando de forma “cuántica” podemos tener posturas que podrían parecer opuestas o imposibles, pero que en la realidad pueden responder y resolver muchos de los conflictos que ahora tenemos pero que son “irresolvibles” por pensar solamente de tal o cual manera.

¿De dónde venimos? ¿Qué hacemos acá? ¿A dónde vamos? No se, pero como dicen que dijo Einstein: “No se como se cómo se peleará la tercera guerra mundial, pero la cuarta se peleará con piedras y palos”.  Todo por intentar responder las dudas existenciales solamente de una u otra manera. ¿Qué le parece?

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